Ay, qué bello es el amor... ya sabes, cuando terminas el libro y tus personajes favoritos quedan juntos, todos sus problemas se resuelven y tu quedas tremendamente enamorada de la relación que se haya entre esas páginas. Pero luego te das cuenta que ha sido solo un libro, y probablemente jamás encontraras a un Maxon Schreave, ni a un Will Herondale en la vida real, y lo único que has hecho es elevar tus expectativas a algo imposible.
Como lo leí una vez, "La feliz expectativa de algo que es posible pero, a la vez, tremendamente improbable, te puede convertir en el más miserable de los humanos" – "Al final las palabras" de Antonio Malpica.
Cerré el libro y acaricie su portada. La elegida. Enseguida saque de mi mochila mi libreta de frases, que más que una libreta con frases de libros, para mí era como un diario...pero de libros. En ella escribía cada libro que leía, las frases que eran especiales para mí, además de mis canciones favoritas y metas de vida.
En eso, llego una ráfaga de viento que hizo que las hojas de los árboles se movieran y un rayo de luz llego hasta mi libreta tornasol, haciendo que reflejara colores sobre mi rostro y la pared en la que me encontraba recargada. Aunque se encontrara junto a la cancha de frontenis y sus gradas, donde si había mucha gente, ese espacio era de mis lugares favoritos para leer en la escuela, pues a diferencia de al lado, ahí solía haber pocas personas y podía concentrarme en los libros. Era una tipo barda que solía usar la escuela como entrada de carros de vez en cuando, (aunque pocas veces había carros ahí) la rodeaban arboles por lo que era un lugar tranquilo.
Mi estómago gruño. Mire mi celular. 11:19. No había comprado nada para comer por querer terminar el libro y en 6 minutos entraba a la clase. Rápido metí el libro a mi mochila, me sacudí ropa y baje la rampa para tomar camino a los puestos de comida. Tenía poco tiempo así que solo me compre unas barritas de fresa para aguantar el hambre. En lo que me la comía, me dirigí al salón. Los caminitos estaban llenos de alumnos yendo a sus clases, iba pasando uno de los puentes de piedra cuando un chico delante de mí se resbalo, y al pisar su mochila me caí también.
-Auch
-Perdón - se disculpó. Hablaba con acento extraño- la piedra estaba resbaladiza.
-En todos los puentes hay una roca así, quedas advertido.- me levante y nuevamente limpie mi falda
-Okey – una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
-Adiós, llego tarde a clase – me di la vuelta.
-Oye- dijo el chico. Me voltee.- ¿sabes dónde está el taller de ofimática? Soy nuevo y la escuela es muy grande.
-Con razón te caíste, toda la escuela ya sabe que esa piedra es resbalosa
-Entonces fue mi bienvenida- paso su mano a través de los oscuros rizos de su cabello.
- ¿Sabes dónde está la papelería?- asintió- ofimática está al lado.
-Gracias
Me fui rápido al salón y para mi suerte al maestro se le había hecho un poco tarde y apenas iba llegando. Unas horas más después, cuando terminaron todas las clases, me encontraba junto a Sofía, Paula, Dennis, y Erick en una de las bancas del parque frente a la escuela, charlando mientras esperábamos que vinieran a recogernos. Normalmente Sofía y yo nos íbamos en camión pero en ese tiempo en el que hacia muchísimo calor (y con muchísimo me refiero a más de lo normal, porque en Mazatlán casi casi todo el año hacía calor) nuestros papas nos recogían en el carro.
-Acabamos de entrar y ya extraño las vacaciones- dijo Erick con cara de sufrimiento.
-No eres el único – respondió Paula, mientras se echaba aire con una libreta tratando de contraatacar el calor, lo cual pareció no funcionarle muy bien ya que opto mejor por tomar su melena rubia y hacerse un chongo.

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Contigo
Novela JuvenilMaya es una chica que ama los libros, y ama las historias y personajes que se encuentran en ellos, pero en la vida real sabe que jamás viviría algo así. O así era hasta que llega alguien a su vida que la hace salir de su zona de confort ¿Es posible...