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Ya era media noche pero seguía despierto pensando en aquella imagen de belleza celestial que conoció mientras desayunaba en un restaurante, siempre tenía la costumbre de mirar la calle en el mismo lugar, pero hoy entre el gentío logró ver algo que atrajo su atención.

Estaba sentado en frente del restaurante al otro lado de la calle por lo que podía verlo claramente, por suerte había varios bancos de cemento para sentarse aunque eran algo incómodos pero esa persona parecía muy alegre mientras daba semillas a las palomas que lo rodeaban, como si fuera un anciano.

La gente ni siquiera le prestaba atención, otros sólo lo miraban extrañado y lo pasaban de largo, sólo él se quedó observándolo a través de la pared de cristal dejando a un lado su comida, era posible que su mirada fuera demasiado penetrante al punto que esa persona levantó la vista hacia él.

Con una sonrisa y unas manchas rosáceas muy tiernas en sus mejillas levantó una mano para saludarlo, por otro lado al sentirse descubierto también le dio una vaga sonrisa en respuesta, por dentro se sentía abochornado por su comportamiento impropio. 

Quizá fue cobardía al ser descubierto lo que hizo que pagara la cuenta y fuera lo más rápido posible a su departamento o quizá la indescriptible exaltación de inspiración que había dado vueltas por los confines más lejanos.

Así desde la mañana había estado haciendo bocetos en papel, sin lograr plasmar a esa persona tan deslumbrante del que ni siquiera sabía el nombre. No se tomó un tiempo para comer o beber, ya que se distraería de su objetivo.

Un trago amargo de café negro entibiado bajó por su garganta al sentir que sus párpados amenazaban con cerrarse y claramente no los dejaría, sin embargo cuando las estrellas empezaban a desaparecer conforme el sol salía se desmayó entre papel, tinta, carboncillo, pinceles y puntura en su cara.

Al despertar de su sueño ya eran las una de la tarde, aquel chico de cabello lacio y medianamente largo atado en una cola, piel trigueña bañada por el sol y ojos rebosantes de amabilidad con un toque misterioso, para él esa persona era la más hermosa que había visto nunca.

Aun así decidió volver al menos para comer un poco ya que en su casa sólo había café, agua y quién sabe qué más, sus cosas mayormente de herramientas de arte y ropa roja en distintos tonos, esta vez al contrario del día anterior el cielo estaba nublado y el viento traía frialdad consigo.

Se aseo y arregló para salir rumbo al restaurante, al llegar los meseros se extrañaron por su petición de una mesa afuera del local pero gustosos de complacer a su frecuente cliente pusieron una protegida por la sombra de una sombrilla roja a sabiendas de su preferencia por el color.

Terminó su comida rápidamente sintiéndola un poco insípida, sacó un cuaderno de bocetos y empezó a dibujar vagamente en él, cuando se dio cuenta ya había retratado hermosamente al chico, se sintió extraño; era como si hubiese entrado en trance y sin querer logró plasmar al ser celestial en el papel.

—Te quedó muy bonito, pero no sé por qué elegiste dibujarme en lugar de otras cosas más espléndidas señor.

Al escuchar esa dulce voz avergonzada su corazón dio un salto, se estremeció sorprendido de sobre manera, al dar la vuelta como pensaba estaba la persona que le devolvió la inspiración que perdió hace tanto tiempo y llevó a la ruina su carrera.

—Yo… hm, siento haberte dibujado sin permiso, si te incomodé puedes quedarte con el dibujo y quemarlo… yo ya no volveré a molestar.

—¡No digas eso, me gustó bastante! Tú técnica es muy buena que podría decir que ese retrato es aún más hermoso que yo.

—En eso se equivoca, no hay nada más bello que la persona real.

Una risa nerviosa salió del chico, y supo de inmediato que si antes no estaba incómodo ahora sí que lo está.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2021 ⏰

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