Desde que sus ojos se posaron en él, notó que había algo diferente, único. La manera en la que caminaba, en la que miraba y sonreía, cada uno de sus gestos era elegante, suave, con significado; eran demasiado perfectos como si fuera una repetición de algo que se había ensayado y meditado con anterioridad. Su sola presencia era un misterio, una encrucijada oculta con respuestas todavía más ocultas. Y Sherlock adoraba los misterios difíciles de resolver.
Liam. ¿En qué momento pasó que sus destinos se enredaron de esa manera tan torcida? Aunque tampoco Sherlock podía poner objeciones, él era fan de lo desconocido, de las cosas complicadas llenas de secretos, y no podía negar que William le había dado todo eso al formular su gran plan. ¿No fue por lo mismo que se sintió tan emocionado, que una energía incomprensible lo recorrió de pies a cabeza cuando aquella vez en el tren, recibió esa respuesta de su parte?
Fue atraído hacia William desde el principio. Aunque nunca esperó que su persona terminara siendo tan querida para él.
Esa vez en el tren, había sido una simple broma. Tal vez un deseo infantil y sin sentido de que la persona que parecía guardar tantos secretos y ser a la vez una mente excepcional (dos cosas que hacían que Sherlock se sintiera vivo) fuera también su rival en aquel juego de detectives y criminales. ¿Y qué fue lo que había recibido?
Otra perfecta sonrisa (lo había notado, las sonrisas de Liam siempre eran perfectas. Las comisuras de sus labios se elevaban al mismo tiempo y terminaban a la misma altura, sus labios se apretaban ligeramente entre sí, y su rostro se iluminaba), sólo que está vez, ya no era una ensayada, era una llena de un sentimiento que Sherlock luego pudo describir como picardía.
"Atrápame si puedes, Mr. Holmes."
Sherlock había sentido como un extraño sentimiento lo recorría y lo hacía estremecer. Algo que podría definir como un placer electrizante, dominante hasta el punto de nublar sus sentidos (él nunca había sido un hombre de emociones, su vida y su actuar se basaban en la lógica y en los hechos. No lo podían culpar de no conocer todo el espectro de sentimientos en la complejidad del interior de los humanos).
Un deseo, y pura y simple emoción. Pudo haberse quedado así (y tal vez hubiera sido lo mejor), pero Liam era más que eso. Siempre lo fue.
William nunca demostró otra cosa más que aceptación y reconocimiento hacía Sherlock. Las demás personas podían dudar de él (reconocían sus capacidades, pero había ocasiones en que separaban al gran detective de su verdadero yo. Cuando Sherlock actuaba normal, casi siempre terminaba molestando o decepcionado alguien; con Liam, eso nunca sucedía). Hablar con él era sencillo. William seguía el hilo de sus pensamientos sin problemas. Le daba una perspectiva más amplia. Su presencia era de alguna manera un tranquilizante para Sherlock y algo que lo ayudaba a aclarar su mente llena de ideas no tan leales y benevolentes como él quisiera.
(¿Y que si se tenía que matar a alguien? ¿No era la muerte también un medio? ¿No eran los asesinatos para Holmes una simple fuente de entretenimiento pues de ahí podían salir misterios fascinantes que resolver? ¿Cuál era entonces lo malo de que el Señor del Crimen también utilizará la muerte para su fin?)
Si John era el que lo ayudaba a no volverse a un criminal despiadado y seguir siendo una persona con valores, era William quien lograba que esas buenas ideas tuvieran sentido real y se incorporaran a sí mismo, se volvieran verdaderamente parte de él.
(Porque no importaba que el Señor del Crimen tuviera buenos motivos, él tenía que ser detenido y pagar por lo que estaba haciendo. ¿No es así, Liam?)
Sherlock no se había dado cuenta de eso hasta el momento en que, después de una simple plática en la universidad donde William impartía clases, pudo sentir como si todas las dudas del mundo se despejaran, como si la respuesta siempre hubiera sido obvia. Y luego, cuando alzó la vista para agradecerle, Sherlock fue víctima de un hechizo (o tal vez, una realización. Las dos cosas podrían ser la misma).
William era alguien hermoso. No se trataba de una simple apreciación de su parte; era un hecho. Especialmente cuando sonreía, como aquella vez, cuando Sherlock sintió como su respiración se detenía y su corazón casi sale de su pecho de un sólo latido. Liam, era alguien hermoso e inteligente, ¿se podría pedir algo más?
Sherlock quería algo más. Holmes era alguien egoísta, y después de aquello, anhelaba poder escuchar la voz de Liam diciendo su nombre de nuevo. Era una simple palabra, ¿por qué a William le gustaba torturarlo así? Incluso le sonreía con fingida inocencia, burlándose de su muy obvia reacción de sorpresa y emoción.
Liam, Liam. ¿Acaso se dio cuenta que esa vez fue la primera que Sherlock sintió emoción, una emoción casi asfixiante, por algo que no era un misterio?
Sherlock era egoísta. Infinitamente egoísta. Podía odiar al Señor del Crimen por estarlo utilizando como una marioneta y hacerlo lucir como un héroe con capa y espada que no era, pero si por casualidad ese mismo Señor del Crimen terminaba siendo William, Sherlock bailaría en aquella telaraña creada, dirigiría sus pasos al hilo que le indicaran si eso significaba que su pareja era Liam. Si se trataba de William, Sherlock usualmente perdía la razón.
Pero eso no era lo que William quería, ¿no era así? William lo había convertido a él, a Sherlock, en una fuente de luz en medio de la oscuridad de aquel mundo. Y la luz no puede corromperse.
¿Era eso a lo que las personas llamaban amor? Entonces era un sentimiento agobiante, sofocante, y doloroso que se enterraba en el pecho como espinas que laceraban constantemente el corazón. ¿Cómo las personas apreciaban tanto algo así?
Tal vez por la misma razón, por la que Sherlock quería a William. Porque podría ser bueno o malo a la vez; porque tal vez no había que tener una verdadera razón lógica y el punto de todo era simplemente sentir.
Sherlock cumpliría con el papel que William le había dado, pero no de la manera que el propio William esperaba. ¿Liam quería que fuera una luz? Entonces Sherlock iba a ser una, una que iluminaría más de lo planeado, rompería los hilos de telaraña, los desgarraría y los destrozaría para liberar a su creador de sus propias cadenas.
Por eso, Sherlock le pidió a William vivir, aunque el propio William dudara de merecer algo así. Y Liam lo había mirado sorprendido, y luego le había sonreído en una expresión que mostraba alivio, alegría, y tristeza a la vez (primera vez que Sherlock lo veía mostrar tantas emociones genuinas).
"El único que deseo que vuelva a casa vivo eres tú".
Qué curioso, porque Sherlock también sólo quería que él viviera.
Por eso, sin pensarlo, saltó detrás de él.
Ellos nunca se habían visto el uno al otro como meros juegos o piezas; desde el principio, reconocieron el valor que el otro tenía. Ambos habían hecho cosas buenas y malas. Si Sherlock tenía el derecho de ver el futuro, vivir en él, William también lo tenía.
Si Sherlock iba a ser la luz que iluminaría todo, eso también incluía a William.
"Finalmente te atrapé."
Y mientras Sherlock tomaba a William entre sus brazos, cubriéndolo lo más que pudo del duro golpe contra el agua del río Támesis, un pensamiento cruzó su mente.
"No te dejaré solo."
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Finalmente te atrapé. [Sherliam]
FanfictionDesde que sus ojos se posaron en él, notó que había algo diferente, único. La manera en la que caminaba, en la que miraba y sonreía, cada uno de sus gestos era elegante, suave, con significado; eran demasiado perfectos como si fuera una repetición d...