Quiero que sepas que no hay día que no piense en ti, creo que de alguna manera uno siempre se aferra a amar aquello que no pudo ser. Te escribo para despedirme, y para no volverme loco (bueno, tampoco es que esté tan cuerdo, y esa es una fortuna), este saber no saber de ti, es caótico, sé que todo terminó, y lo sé porque yo tuve que ver en eso, lo siento, pero sabes que soy un idiota (o más bien, tú me idiotizas), la verdad es que te dejé invadir hasta la última célula (uno no debería amar de esa manera, pero el amor es inevitablemente imprudente e incontrolable), y eso, el ver que ya no me pertenecía (aún no me pertenezco del todo, hay cosas que de alguna manera siempre serán tuyas, como parte de este estúpido corazón, por ejemplo), el ver que dejaba de ser yo... Bueno, sabes el resto. Hay cosas y personas inevitables, a veces es mejor convertirse en recuerdos, nunca olvidaré tus besos, tu piel, tus ojos, o esa sonrisa tímida que me llenaba los días, te voy a extrañar, te extraño, pero tú lo dijiste nunca te amé.