Orgulloso, Apuesto y Poderoso||•NAMJIN (3° Trilogia de los Herederos Kim)

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El heredero de los Kim se enamoró por primera vez cuando tenía diecinueve años.

Empezar a relatar ese tumultuoso primer amor era difícil, ¿como podías describir algo que desde el principio no tuvo pies ni cabeza? Siendo joven e inexperto, fue comprensible que cayera tan profundamente por la primera persona que le mostró algo de genuino interés.

Durante su adolescencia, Namjoon encontró en la soledad una manera para sobrevivir. Su crianza y el carácter tranquilo que poseía por naturaleza lo llevaron a levantar mecanismos de defensa alrededor de su persona para alejar a todos aquellos que solo lo buscaban por las ventajas que representaba. Todo el mundo quería ser amigo, amante, incluso sirviente del Heredero de los Kim. Pero nadie estaba genuinamente interesado en conocerlo como persona. Y por un tiempo Namjoon llegó a considerar que lo único valioso que tenía para entregar a los demás era precisamente el bienestar que podía proveerles con su apellido.

Y eso estuvo bien porque de igual forma, él no era más que un beneficio momentáneo para quienes lo buscaban. Y sabiendo de esas pretensiones se daba el lujo de escoger a quienes favorecer. Era tachado de arrogante y frío, pero solo el sabía sus razones para tratar a las personas así.

Siendo el hijo mayor de una familia tan polémica e importante, se esperaba que llevara una vida descarriada pero lujosa. Los alfas y omegas de su edad, adolescentes en pleno desarrollo, se acercaban en busca de esa misma vida acomodada. ¿Ser el amigo o la pareja de Kim Namjoon? Eso tenía impreso el sello de estatus y dinero, por el lado en que lo vieras. Pero se llevaban una gran decepción al descubrir que Nam era diferente a todos ellos.

Kim Namjoon iba a heredar un imperio. No tenía tiempo que desperdiciar, ni era estupido, como para dejarse llevar por tonterías. Así que al final del día, cuando todos los interesados no obtenían ni una pizca de lo que buscaban, desaparecían como cucarachas al encender la luz. Esto dejaba a Nam como siempre había estado.

Solo.

Pero por terrible y agobiante que todos creyeran que era su vida, cuidando a sus hermanos y preparándose para relevar a su padre, aún había cosas que él encontraba para disfrutar.  Y que solamente podía permitirse, irónicamente, gracias al estatus que lo encadenaba. Namjoon no era tan vanidoso como para llamarse a sí mismo un experto en la materia, pero disfrutaba de ciertas exposiciones de arte, tenía el lujo de poder cerrar galerías enteras para recorrerlas a su gusto, charlar de primera mano con sus artistas favoritos y apreciar antes que nadie las nuevas obras. Era políglota, también era diestro en varios deportes; béisbol, tenis, golf, esquiar, surf y otros que requerían cierto estatus para aprenderse. Y tenía la capacidad para tomar su avión privado y viajar a cualquier parte del mundo al que se le antojara ir.

Aprendió a disfrutar de la vida en solitario.

Pero por mucho que pensara que tenía su vida y sus instintos controlados, su lobo interior tenía otros planes. Namjoon toda la vida luchó internamente con la parte racional de su carácter y con la parte salvaje y primitiva de su lobo. A medida en que se convertía en adulto, el alfa en su interior empezó a codiciar aquello que no podía tener. La adolescencia le jugó una mala pasada con sus instintos, sus deseos se volvieron algo que no podía controlar.

Aún recordaba su primer celo como alfa. Para alfas y omegas, el primer celo era diferente. Mientras que para los omegas era una lluvia de feromonas que los volvía dóciles y necesitados, para los alfas era un tormento de testosteronas que los dejaba irracionales. Tuvo su primer celo a los dieciséis años, su Médico le dio el control adecuado para prevenir los efectos, ya que era imposible saber en que fecha exacta lo experimentaría. Como alfa dominante, la experiencia fue devastadora. Su lobo buscó desesperadamente un alivio a sus necesidades y lo convirtió en un ser salvaje. A penas y logró llegar a la casa de invitados de la mansión y encerrarse antes de que el dolor de la necesidad lo doblegara.