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Todoroki Shoto no es, ni se considera, una persona celosa, no le ve sentido a molestarse por situaciones fuera de contexto que se pueden arreglar hablando.

Aunque tampoco a tenido una plática así con ninguno de sus dos novios en donde sea él quien la comience.

Kirishima y Katsuki eran cosa a parte, ellos sí eran celosos, y en más de una ocasión lo demostraron; no era como que todos llegaran a gritos y golpes, pero sí le hacían escenas de celos cuando estaban solos.

Sobra decir que para el bicolor eran cosas sin sentido, trataba de entenderlos pero siendo alguien a quien los celos no lo visitaban era un intento inútil.

—Ya me voy a la universidad —avisó dirigiéndose a la salida con su mochila sobre el hombro.

Los tres iban a la misma institución solo que en diferentes carreras, por lo que había veces en donde uno de ellos iba solo y otras donde podían irse los tres juntos.

—Ah, oye —pidió el teñido—, Katsuki y yo saldremos con unos amigos, no sabemos a qué hora regresemos.

Desde hace un pequeño tiempo que sus novios intentaban, inútilmente, ponerlo celoso, muy inútilmente.

Es decir, no iba a desconfiar de dos personas que lo hacen a propósito y que sabe que nunca lo engañarían.

Era hasta cierto punto entretenido ver lo que intentaban.

—¿Los dos no estarán? —preguntó alzando una ceja.

—Exacto, no tenemos hora de llegada —secundó el rubio.

—Está bien, diviertanse.

Al estar afuera le pareció escuchar bufidos dentro, rodó los ojos para continuar su camino.

Los otros dos no estaban enterados que el bicolor ya sabía de su misión de ponerlo celoso.

Una vez al menos querían que les reclamara algo, al principio cuando les dijo que no sentía celos no se lo tomaron como algo tan real.

¿Pero nada? ¿Ni un poco? Solo querían algo pequeño.

Pero cada cosa que hacian era en vano.

De hecho, no saldrían con amigos, solo ellos dos para después regresar algo tarde y ver si eso ocasionaba algo en Shoto.

[...]

—Si no fuera por esta cita que estamos teniendo, seria una jodida pérdida de tiempo —dijo Katsuki recibiendo el abrazo por los hombros de Kirishima.

—Yo también me siento frustrado —secundó—, en algunas incluso somos nosotros los que acabamos celosos.

—No me lo recuerdes.


[...]

—Ahora muevan la mezcla y cuando todo se combine bien, agregan dos gotas del recipiente que deje en su mesa —indicó la profesora Nemuri.

Estaban en su clase de química de las once, para su suerte después de esta podría irse a casa pero apenas comenzaba.

—Supongo que regresarán después de las dos, tiempo después de que piensen que estoy en casa —platicó con Midoriya.

—¿Hasta cuando les dirás que ya sabes? —cuestionó revolviendo los ingredientes.

—Hasta que se cansen.

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