JÚPITER
Me muerdo la muñeca, conteniendo el sollozo ahogado que desgarra mi garganta, hasta sentir el sabor metálico de la sangre en mi paladar. Paso la lengua por encima de la herida y la observo.
Solía morderme la mano cuando no puedo soportar una situación, pero nunca había llegado a hacerme daño.
Apoyo las dos manos en el lavabo del diminuto baño, iluminado por la luz blanca de una bombilla, y me observo a través del espejo frente a mí. La imagen que me ofrece es increíblemente triste y desgarradora. Las lágrimas que no he podido tragarme resbalan por mis mejillas, creando una sensación caliente y manchándolas de rímel corrido.
Al final sí voy a ser la bruja que mi mamá tanto dice que soy a veces. Me río inconscientemente de mi propio mal chiste. Paso saliva por la garganta.
¿Cuántas veces tengo que pasar por esto?, ¿Cuándo tendré la paz mental que tanto anhelo?
Desvío la vista del espejo. Siento mi cara contraerse con otro sollozo y otra oleada de lágrimas, así que espabilo y me las seco con rapidez.
Salgo a la habitación del motel en el que estoy. Es una habitación pequeña y asfixiante, con luces rojas en medio del techo, dándole un aspecto más íntimo. Hay una cama medianamente grande en el centro con dos lámparas que apenas funcionan a cada lado, el intento de ventana está totalmente cerrada con tablas clavadas y hay moho trepando por las paredes. Viéndolo desde este punto de vista es un lugar realmente tétrico. Digno de una guarida para un asesino en serie.
Me apresuro a recoger mis cosas lo más rápido posible, evitando mirar a la persona roncando encima de la cama.
Teléfono, llaves, reloj, sudadera. ¿ Dónde coño está mi sudadera?
Mi mente me juega malas pasadas, quizás por la prisa que tengo de salir de este lugar. Me siento mierda.
Logro guardar todo y salgo de la habitación, intento no mirar a ninguna persona a la cara, por fuera presenta un peor aspecto que la habitación. No quiero que nadie me reconozca ni quiero toparme con un posible mafioso. No es un secreto que mucha gente frecuenta lugares iguales, y no gente precisamente buena.
Estando fuera, me recibe un viento helado que me detiene en mi búsqueda por escapar. Me hace consciente de mí misma y me congela las mejillas y las lágrimas. Tomo una profunda bocanada de aire, me froto las manos.
Me siento formar una leve sonrisa. Disfruto mucho de la paz después de la tempestad, o antes. ¿Quién sabe?, es demasiado pronto para saber todo lo que iba a pasar. Al fin y al cabo, ésta historia sólo acaba de empezar.
| |
Camila cierra la puerta de su casilla formando un estruendo en el pasillo del instituto.
- Presiento que este año va a ser el mejor de todos - exclama con una gran sonrisa y arreglándose el pelo.
Lleva el uniforme del colegio, junto a su característico labial rojo y pendientes en forma de aros. El uniforme consiste en una camisa blanca con una hilera de botones en el centro, corbata negra y falda a rayas de color negro. Lo mismo para los chicos, con la diferencia de que llevan pantalones en lugar de faldas, claro. El único día en el que nos libramos del uniforme es el viernes de cada semana.
Es un instituto privado grande, de color rojo vino y negro de tres plantas. Tienen establecimientos para cada evento y un gran jardín con césped alrededor. Ya te habrás dado cuenta que es un colegio para personas bien acomodadas. Y no estoy en contra de las personas adineradas, por el contrario, disfruto mucho estar en su compañía, ver cómo todos actúan de la misma forma, como si se trataran de robots programados, y sonsacarles dinero de vez en cuando, no es como si lo echaran en falta, deben bañar todos en dinero. El problema aparece cuando detrás de toda esa máscara de personas estables se asoman los peores secretos que se puedan guardar, y cuando piensan que pueden arreglarlo todo a través del dinero.