Imagina a Tom... Pasando por la misma avenida que tu, cuando lo ves frente a ti, sentiste como se te fue la sangre al suelo, tu corazón latía a mil por minuto mientras que el solo te veía sorprendido, y ni solo por verte sino por quien estaba a tu lado tomados de la mano, su mejor amigo.
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Querias salir corriendo, pero sabías que ya era hora de enfrentarlo, mientras más se acercaban, mil frases pasaron por tu cabeza para saludar. Cruzaron un par de palabras, mientras que Tom y tu esposo platicaban, solo veía la sortija en tu mano, asumiendo lo que había temido todo este tiempo.
Se despidieron y le diste el abrazo más sincero, perdonando todo el dolor que causó en ti. Lo dejaste atrás, mientras tú avanzabas, él se quedó estático y con el alma en manos, lamentándose por dejarte ir.
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Lamentando que desde hace tres años no te ve, hace tres años no te toca, hace tres años te dio el último beso, hace tres años estuvieron a punto de casar y te plantó en el altar.
