Después de una larga misión en la cual lograron recolectar más de 100 millones de ryo, el jefe decidió darles un día completo de descanso a Hidan y a Kakuzu. Ahora el par se hallaba dentro de la guarida en donde se refugiaban todos los miembros de Akatsuki para tomarse su tiempo libre; el lugar estaba prácticamente solo, sintiéndose la presencia de nada más y nada menos que del albino y el moreno.
– ¿Y ahora que se supone vamos a hacer? – Preguntó con simpleza el peliplata al ver que no tenía nada para entretenerse en ese lugar, ahora mismo estaba recostado en uno de los sillones de la sala principal, observando como Kakuzu contaba el dinero que habían ganado en aquella tortuosa tarea. – Oi, Kakuzu. ¿No quieres jugar conmigo?, estoy muy aburrido. – Ante ese llamado, el moreno dejó a un lado los billetes y volteó su vista en dirección al albino. Con una perversidad increíble se había acercado para quedar frente a frente con el menor, quien lo miraba extrañado.
– ¿A qué quieres jugar, exactamente? – Kakuzu, aprovechando que el menor estaba sentado, guió la cabeza del peliplata en dirección a su ahora palpitante miembro que ya hacía cubierto por sus pantalones y la capa. La imagen que le había dado lo había excitado de sobremanera, no tenía puesta su bandana y ni mucho menos su uniforme; estaba, por así decirlo, semidesnudo ante su presencia.
– Viejo, ¿Qué demonios haces?, yo quería jugar a pelear o algo así. – Habló el peliplata desconcertado mirando en dirección a los ojos esmeralda del moreno, en ese momento el mayor de había relamido los labios por dentro de su máscara, estaba sumamente cachondo por ese chico y la oportunidad de follarlo se presentaba perfecta porque solo ellos dos estaban en aquella guarida.
– ¿Sabes?, Desde hace mucho no hacemos nada relacionado a los golpes... – Kakuzu se había alejado del peliplata y empezó a endurecer una de sus manos. Gracias a eso el albino empezaba a mirarle extrañado.
– Ah sí, en eso tienes razón. Ya hice mis oraciones, así que podemos estar más tranqu- – y en ese preciso instante, un fuerte golpe se hizo presente en la cabeza del peliplata, haciéndolo volar a varios metros de distancia y dejándole prácticamente inconsciente. Esta era la oportunidad perfecta para el moreno.
– Te ves tan lindo cuando cuando duermes... – Sin pensarlo mucho, Kakuzu se había acercado al albino y había tocado con suavidad su mejilla, pero cayó en cuenta de que no debía perder mucho tiempo; y como si de un costal de papas se tratase, el moreno llevó al dormido peliplata hasta su habitación. Cerrándola con seguro para que nadie lo descubriera durante su pervertido acto.
[...]
– Hmm... ¿Qué pasó...? – Y después de varios minutos, el menor había despertado; Pero se dio cuenta de que algo estaba mal con él: todo estaba oscuro, se sentía aprisionado y un fuerte calor se hacía presente en aquella habitación; había empezado a sudar. Forcejeó con bastante brusquedad para lograr liberar sus brazos, pero estos estaban atados con precisión en dirección hacia el techo, en medio de su intento por liberarse y de manera repentina, sintió como una ligera brisa golpeaba con su cuerpo atado y desnudo, dándole a entender que esto se trataba de nada más y nada menos que las sesiones perversas que tenía de vez en cuando con el moreno.
– Vaya, despertaste bastante rápido... pero por suerte pude preparar todo a tiempo. – Kakuzu había salido de las sombras con una ropa algo singular: No llevaba su uniforme típico para esta ocasión, esta vez traía puesto unos pantalones de cuero color negros y unas pesadas botas del mismo color, su camisa o su mascara no hacían presencia en aquel oscuro lugar. Se veía increíblemente sexy.
– Eres un atrevido... ¿Tan desesperado estabas por cogerme, Kakuzu-Chan? – Habló el menor dedicandole una lujuriosa y ladina sonrisa al moreno, este con rapidez se fue hasta una pequeña mesita que estaba posada en una de las esquinas de aquella habitación, de ella tomó uno de los doce objetos que le servirían para torturar al peliplata: Un látigo que era capaz de marcar su albina y hermosa piel. – Espero y uses esa cosa bien, la última vez no me hiciste casi nada. –
ESTÁS LEYENDO
SADOMASOQUISTA | Kakuhidan
FanfictionDespués de una larga misión, el jefe compensa a Hidan y a Kakuzu con un día libre. La guarida estaba completamente sola, y las paredes del lugar eran testigos de los juegos candentes del moreno y el albino. Notas: - Contiene parafilias. Se recomiend...