By Jimin.
Me entretuve más tiempo del necesario intentando peinarme el pelo con los dedos en el baño. No podía salir con todo el pelo revuelto, como un loco recién salido del manicomio por culpa de un polvo. Aunque, de todas formas, por estropear un poco más mi reputación, tampoco iba a morir. Claro, que a Taemin no le convenía.
—Oye... — lo llamé. Él ya estaba perfectamente arreglado, con la ropa en su sitio y el pelo revuelto, como siempre. Joder, ¿Por qué sería tan vanidoso con eso? Era más sencillo tener el pelo corto o rapado y salir a la calle sin ni siquiera tener que peinarme. Claro, que eso me convertiría en uno más y no, por encima de mi cadáver. Además... adoraba mi pelo.
Taemin clavó su mirada en mí a través del espejo.
—¿Qué?
—¿Qué pasaría si gritara a los cuatro vientos lo que ha pasado hoy aquí? Porque me están entrando muchas ganas de decirlo. – él se rio, aunque con una mueca algo tensa.
—Te devolvería la jugada haciendo un millón de copias de tu expediente y el de tu hermano y los lanzaría desde la azotea para que todo el mundo vea cuan íntima relación mantienen.
—Que extremista.
—De todas formas, tampoco ha pasado tanto. – puso los ojos en blanco, fingiendo un puchero.
—¿Es que nunca has ido a planificación familiar? No se debe coger sin condones o puedes coger cosas malas. Especialmente si eres hombre. Y especialmente yo, que soy pasivo.
—Lo recordaré para la próxima vez. Siempre llevaré un condón de emergencia para estos casos. – yo fruncí el ceño, apartándome del espejo, una vez más o menos arreglado.
—¿Quién dice que vaya a haber una próxima vez? – Taemin desencajó la mandíbula.
—¿No te gusto como... novio?
—¡Ja! ¡Tú no quieres ser mi novio! Ser novios significa respetar al otro, gustarse de una manera especial, querer estar con él a todas horas, cuando no estés con él desear estar con él, mandarse mensajitos al móvil para decirle algo, aunque no tenga la menor importancia y lo único que quieras saber es que está bien y que está pensando en ti. Quererle solo para ti. Sentirte feliz con sólo oír su voz. Notar un calorcito agradable en la boca del estómago, sentir los nervios a flor de piel, estar dispuesto a hacer cualquier cosa por él... y saber que él también estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ti. – bajé la cabeza y suspiré. Acababa de recordar porque estaba en esa situación tan desagradable.
—Eso no es ser novios. Eso es estar enamorado.
—¿Y tú qué sabes? ¿Alguna vez has estado enamorado? – Taemin ladeó la cabeza. Sus dientes chirriaron por el roce entre sí.
—Una vez conocí a una chica... no sabía hablar bien coreano, era francesa, no, en realidad, fue adoptada por una familia francesa. Su verdadera familia era de china y por eso tenía rasgos orientales. Era preciosa, lista, amable, simpática, con el pelo largo, negro y liso... — sus ojos se clavaron en mi nuca con expresión soñadora. Lo vi a través del espejo. – Pero no fue suficiente. Para mis padres nunca fue suficiente y supongo que para las personas originarias de Corea tampoco lo era. No sé si es porque era francesa o china, pero lo que estaba claro es que no era coreana.
—Los coreanos no somos unos cabrones... como el resto del mundo parece creer a veces.
—Oh, sí que lo somos. Estamos repletos de prejuicios que hemos heredado—No. – dejé de mirarme en el espejo y me di la vuelta para dejar de ver mi cara y recordar la de Jungkook, plasmada en mi reflejo. Era curioso. Nunca nos vi parecido alguno cuando estábamos juntos, pero ahora, cada vez que me miraba en el espejo, me dolía ver ciertos lunares que teníamos en común, me volvía a enfermar la idea de que éramos hermanos, quizás solo lo extrañaba mucho. Me dolía saber que él estaba en otro lado del país y que yo no podía alcanzarle. – Cualquier persona que le eche la culpa a su familia por su odio a los homosexuales, a los inmigrantes, a los negros, a los pobres, a los enfermos mentales... solo puede ser llamada estúpida irresponsable. La educación de nuestros padres nos afecta, pero... siempre podemos elegir. – Taemin asintió con la cabeza débilmente, con pesar. Luego se encogió de hombros. Podía ver con claridad la inconformidad pintada en su cara. – No lo crees así ¿no?
—No es eso. Simplemente, no es tan fácil como lo pintas porque... ¿elegirías a un pobre pordiosero antes que a tu familia solo porque lo consideres correcto? Yo creo que no. – en eso tenía razón. Supongo que yo no elegiría defender la integridad de un demente si eso significara perder a mi madre.
Claro, que yo había defendido la integridad de los homosexuales...
—Yo he defendido a los homosexuales de la hipocresía de mi madre. – él alzó una ceja, divertido por mi afirmación.
—Jimin... tú eres homosexual. Claro que los defiendes porque la homofobia te afecta directamente. Pero ¿Crees que un hetero que ve con buenos ojos la homosexualidad defendería a los maricas de la opinión de sus padres? Sigo sin verlo claro.
—Sí, bueno... supongo que es verdad. No es tan fácil como parece. – empezaba a sentirme incómodo allí dentro. Taemin me miraba de una forma que no sabía cómo clasificar. No tenía malas intenciones, pero resultaba intimidante. – Tú... ¿me defenderías a mí? – murmuré. No tenía que haberlo dicho, joder.
—Quizás... supongo que sería cuestión de ponerse en situación. Quizás te defendiera, o quizás no. No lo sé. – bueno, por lo menos era sincero.
—Volvamos a clase. Aún puedo recuperar filosofía si me lo propongo. – le di la espalda y me dirigí hacia la puerta, agarrando el pomo dispuesto a salir cuando sentí el aliento helado de Taemin chocando contra mi nuca.
—Las personas pueden enamorarse más de una vez, Jimin. La chica de la que te he hablado solo es uno de mis dos enamoramientos utópicos, inalcanzables. Hay otra persona a la que siempre he estado observando de cerca, desde que era un crío que mordía ceras de colores en el parvulario, pero hasta hace poco, nunca se me había pasado por la cabeza que pudiera tratarse de amor, más que de una obsesión. – el pulso se me aceleró de golpe y me recordó a la aceleración, el subidón de adrenalina que se siente en una montaña rusa cuando va a más de cien por segundo, subiendo, bajando, dando vueltas sobre sí misma, colgado de uno de los andenes, elevándote en el cielo. Y de repente, el bajón final que te hace morderte la lengua de puros nervios y deseos de que el movimiento acelerado no decaiga, no termine.
Le miré de reojo, sintiendo escalofríos de puro placer y excitación, pero seguí de cara a la pared, incapaz de darme la vuelta y encararle de nuevo.
—¿Y tú, Jimin? ¿Alguna vez te has enamorado de alguien o... sigues enamorado de alguien? – cuando quería podía ser un auténtico cabrón, restregándome por la cara que ese alguien no me aceptaba, que era un sentimiento unilateral. Por supuesto, sabía que ese alguien era Jungkook.
—Sí. – contesté. – Pero a diferencia de tu romance con esa chica, el que no era suficiente para él, era yo. – no quería tener que aguantar otro interrogatorio, así que abrí la puerta de un tirón y salí de allí casi corriendo, a paso ligero, dándole la espalda.
Caminé rumbo a clase, donde me tocaba filosofía en menos de diez minutos. La profesora siempre tardaba alrededor de quince minutos en llegar, a saber por qué. Aun así, no me convenía hacerla esperar. Desde que me pilló mandando mensajitos a Jungkook en pleno examen y le mordí la mano en un arranque desesperado para que no los leyera en voz alta, me tenía enfilado.
Aun así, la única verdad era que no quería entrar en esa cámara de tortura psicológica. Todo el mundo mirándome, murmurando sobre lo que había pasado con Jungkook hacía ya casi tres meses, preguntándose donde me había metido hasta entonces, si habría estado encerrado en un psiquiátrico por culpa de lo ocurrido. No tenía ganas de entrar, para nada, pero el ver a Taemin desde lejos, acercándose a mí, como si no hubiera pasado nada entre nosotros, me hizo abrir la puerta de golpe y meterme cuando aún no estaba mentalmente preparado.
Cincuenta pares de ojos se clavaron en mí de inmediato y el silencio se hizo dueño de la situación de repente, de golpe. Tragué saliva con fuerza, con el corazón dando saltos sobre mi pecho y, casi con piernas temblorosas, me adentré en aquella marabunta de insectos venenosos que me observaban con muecas de incredulidad, asombro, desprecio y repugnancia.
Algo no iba bien. La gente no me miraba así solo por saber de sobra que era gay y que había roto con Jungkook. No.
Pasaba algo. Y sentí escalofríos cuando me senté frente a mi mesa en silencio, sospechando. Y de buenas a primeras, tan pronto como se habían ido, los murmullos estallaron por toda la clase.
—¡No puede ser!
—Sabía que era un marica de esos que le dan a todo, pero esto...
—Joder, estoy flipando. Es... vomitivo...
—No quiero hablar de eso. ¡Qué asco!
—¡Pero es que es fuertísimo!
—¡Pobre Lía! ¡Y pensar que tiene que cargar con la reputación de haber salido con alguien como... eso!
—Me hubiera esperado cualquier cosa, ¡Pero esto es de locos!
—¿Quién lo hubiera dicho?
—Me pregunto qué hace aquí. Estará estudiando psicología para tratarse a sí mismo porque otra cosa...
—¡Dios mío, alguien que hace esas cosas debería estar en la cárcel!
—Creo que ni siquiera es legal. De todas formas, vaya escándalo.
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Muñeco 2
Fanfiction⛓️|| ☠️Incesto ☠️Drogas, alcohol, violencia ☠️Dependencia emocional ☠️Conducta psicópata ⛓️ 𝑯𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓𝒂 𝑺𝒂𝒓𝒂𝒆. 𝑻𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒍𝒐𝒔 𝒄𝒓é𝒅𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒂 𝒆𝒍𝒍𝒂, 𝒍𝒂 𝒂𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒄𝒊ó𝒏, 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄...