Era rojo, un rojo escarlata lo que pude ver. Un rojo expandiéndose como una rosa abriendo sus pétalos.
No supe cómo respirar, perdí la habilidad incluso cuando, en tu último aliento, trataste de sonar tan... tú. Pero yo sabía que tenías muchas cosas en la cabeza en ese momento, mientras esa maldición tenía su mano sobre ti.
«Tengo miedo»
Estoy seguro que eso rondó por tu mente, después de una ola de diversas emociones, todas abarrotando tu pensamiento. Tan repentino, tan cruel y doloroso. Esas fueron las palabras que, ahora con mayor calma, creo que encajan perfectamente con ese momento, ese segundo agónico entre los dos.
Lo siento. Fue mi culpa, de nadie más que mi.
Mahito, como así se hizo llamar, buscaba mi sufrimiento. Y lo consiguió, llevándote lejos... de todos, de mi. Fue irónico que tú, incluso estando muerta por sus manos, hayas sido quien ayudó a dar con los últimos clavos de su existencia, dejando su cuerpo debilitado gracias a tu habilidad. Pero, también es muy desgarrador que hayas sido tú quien lo haya hecho.
Aún recuerdo cuando tuvimos esa pequeña plática después de vencer a dos categorías especiales hacía tiempo. Nos llamaste 'cómplices', y la verdad, no creo que existan mejores palabras que alberguen tanto alivio en mi ser como las que me brindaste. Porque decidiste tomar egoístamente mi sufrimiento, incluso si no lo entendías, porque tú veías las cosas de una manera muy distinta a mi. Pero, lo hiciste, porque me querías. Recuerdo tu nerviosismo cuando mencionaste eso, y ahora, es nostálgico.
Entonces por alguna razón tuve miedo. Miedo de perderte. No sé si se puede decir que me volví dependiente a ti en ese sentido, pero no quería que murieras de ninguna forma. No me importaba si ya no me querías, o me dejabas, con tal de saber que seguirías respirando incluso después de mi muerte era suficiente para mí...
Tenía miedo de verte morir, tenía miedo de perder a quien me brindó tanta paz; con quién pasé en más de una ocasión compartiendo momentos divertidos, con quién podía bromear y saber que, dentro de tu egocentrismo, era alguien que genuinamente se preocupaba por los que amaba.
... Y quizás, por eso mismo me fui enamorando secretamente de ti. Dispuesto a hacer lo que querías con tal de ver tu sonrisa sincera.
Pero, moriste.
Dejaste de respirar frente a mis ojos y bajo la sonrisa sádica de aquel monstruo. Me invadió la ira y el dolor, porque mi mayor temor se hizo realidad.
Han pasado varios meses desde que te fuiste de nuestro lado, de mi lado. Cuando me reencontré con Fushiguro no dudé en preguntar por ti, con alguna esperanza de tenerte a salvo... Fue una negativa evidente y dolorosa.
Por el accidente y otras cosas que se sucitaron, no pude visitarte sino hasta ahora. Al menos pudiste obtener un entierro digno de ti: lleno de flores y distintos regalos como ofrenda. Lamento no poder tener nada para ti, enserio. Pero no cuento con tiempo ahora mismo. Prometo que, si sobrevivo, vendré con el ramo más bonito que encuentre, ¿sí?
Por favor, cuida de nosotros allá arriba, se que lo haces. Y por favor, espérame hasta poder obtener todos los dedos para así morir y poder reencontrarnos.
Te extraño, Nobara.