Capítulo tercero.

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::estoy obsesionado contigo porque tú estás obsesionado conmigo::

-¡Eres tú!

-po' supuesto que yo soy yo, ¿Que espelabas? ¿Tu puta novia?- el más bajo parecía más preocupado por limpiar sus labios que por lo que sea que estuviera diciendo Armando.

Por su parte, Armando se encontraba teniendo un choque de emociones gigantesco, no sabía si admirar las facciones del más bajo las cuales incluso si no eran del todo perfectas le parecían llamativas o detenerlo antes de que...

Un automóvil se estacionó bruscamente a unos metros de donde ellos estaban, por la ventanilla del piloto y la del copiloto se lograban ver a dos personas.

-¡Sube chino, sube, sube, sube!- se escucho gritar al que conducía dicho vehículo.

Acto seguido a estos gritos el menor se levantó rápidamente y corrió hasta el coche, la segunda persona que iba en la parte trasera abrió la puerta y se alejo hasta el otro extremo esperando a que el contrario entrará a este.

-Una palabra de esto a la policía y te hacemos polvo- advirtió el conductor al castaño que aún estaba en el piso y después arrancaron perdiéndose entre los callejones.

El ojiverde no se encontraba asustado y tampoco se había conmovido lo más mínimo por aquel intento de asalto, había sido lamentable en su opinión, el más lamentable que le haya ocurrido.
Luego de seguir pensando en que tan malo había sido ese intento de ser delincuentes el mayor recordó, las facciones de aquel asiático habían cambiado pero no dejaron de ser atractivas para su vista.

Sus ojos antes hinchados y rojos ahora se veían más sanos, quizás se debe a qué en aquella ocasión el chino estaba borracho y había llorado o algo similar, su piel tan pálida como la porcelana pero no tan fina como está le parecía lo más brillante que había visto en años, ciertamente tenía marcas de acné en diferentes zonas del rostro y bello facial notable pero estás no se veían mal para él, sus cejas delgadas no habían cambiado en lo absoluto al igual que la forma regordeta pero no carnosa de sus labios los cuales cabe destacar, estaban secos. Su cabello había crecido bastante y teniéndolo peinado hacia un costado este llegaba a la altura de su mandíbula, ya no era color negro como lo había visto en aquel entonces, esta vez realmente lo había teñido pero de un color rojo crimson, ¿Era si quiera posible obtener ese tipo de color sin que cambia por los rayos del sol?

Sacudió su cabeza, le había ocurrido lo mismo que aquel día, había perdido la cabeza. Nuevamente se repetía a si mismo que aquel joven chico no le parecía atractivo al contrario, no era su tipo, aún así había algo de aquel asiático mal hablado que le llamaba la atención.

-madre mia- dijo levantándose del césped y sacudiendo sus ropas llenas de polvo, Armando no se había percatado de esto pero, todos los problemas que había tenido en el día se habían esfumado sin más y posiblemente no volverían hasta el día siguiente.

Miro un minuto alrededor y agradeció que nadie lo vio siendo atracado.

Mientras recorría las vistas de aquel tranquilo barrio cayó en un objeto que brillaba fuertemente en el suelo, la luz de las farolas se reflejaban en este y eso era lo que lo hacia destellar.
El castaño se agachó curioso por el objeto y lo tomo entre sus manos identificandolo de inmediato como un dije plateado con forma de cabeza de caballo, dicho objeto estaba ligado a una cadena igualmente plateada con un peculiar diseño.

-Se le debió de haber caido- dijo el moreno en voz baja mientras miraba el dije a detalle el cual le llamo la atención, ¿Por qué un caballo? ¿No es algo raro?

Completamente despreocupado con esto metió el collar en su bolsillo trasero, suspiro pesadamente y miro la calle vacía por la que se habían ido sus atracadores.
No pensaba reportarlos a la policía, principalmente porque no le habían robado nada.
Camino lentamente al interior de la casa para tener las esperanzas de dormir y que aquel día que había sido entre complicado y maravilloso terminara.

𝓒𝓸𝓶𝓸 𝓭𝓮𝓬𝓲𝓻 "𝓽𝓮 𝓪𝓶𝓸" 𝓮𝓷 𝓬𝓱𝓲𝓷𝓸 || Yunando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora