Hace mucho mucho tiempo en pensamientos que ni los más longevos humanos pueden recordar, existían multitud de divinidades. Por un lado estaban los Aesir originarios de Asgard, y por otro los Vanir, originarios de Vanaheim.
Pues bien, hoy os vengo a contar el cómo fue que una diosa creó el sentimiento del amor. Abarcando desde la faceta más emotiva de la amistad hasta la más romántica del significado.
Todo empezó en una mañana de invierno.
Freya, la popular diosa de los Vanir, paseaba por Asgard meditando sobre su papel en la existencia hasta que Odín con una voz que solo poseía el Dios le anunció lo siguiente:
Hemos decidido reunirnos cuando se ponga el Sol para hablar de unos temas que consideramos acuciantes y en el cual tú vas a ser imprescindible.
Nuestra protagonista asintió y se alejó caminando mientras el viento azotaba su resplandeciente y bello pelo y el Sol anunciaba acontecimientos futuros con gran determinación.
La hora de la reunión llegó y justo cuando todos estaban ya sentados Odín alzó la voz y exclamó lo siguiente:
Es bien sabido por todos nosotros que desde que tenemos uso de razón nos hemos visto obligados a convivir para evitar catástrofes, pero me temo que esto es temporal y que si no hacemos algo es más que probable que acabemos matandonos entre nosotros para obtener más poder. Partiendo de esto y dirigiéndome ahora a Freya le pido que averigüe alguna forma de evitar el desastre que amenaza con devorarnos como si de un lobo sediento de sangre se tratase.
Freya cerró los ojos y tras un suspiro procedente de su interior más profundo preguntó al padre de todos el como podría llevar a cabo esa ardua misión.
Odín se rasco su larga barba y contestó:
Sentado en mi trono he podido observar como en el centro de Muspell existe una fuente que te otorga el poder que tú quieras salvo el de la inmortalidad de las manzanas de Idunn. Dirígete allí, llena esta botella con el contenido de la fuente y vuelve aquí para decidir entre todos ese poder.
Al acabar de hablar, Odín dio por terminada la reunión y Freya equipandose con su capa que le otorgaba la habilidad de convertirse en halcón, emprendió el vuelo hasta poder llegar a Muspell.
Aquel planeta apestaba a discordia y furia primigenia alimentada por el gran Sutr, el cual pondría fin a los dioses en el futuro junto con otros aliados.
Al llegar a su destino, Freya pudo notar como una presencia maligna se cernía sobre ella hasta que unos demonios flamigeros hicieron acto de presencia rompiendo la calma y atacando a la Vanir. Si bien esto habría asesinado a cualquier guerrero de tres al cuarto, esto no sucedía cuando unas simples criaturas desagradables se encontraban ante la gran diosa de la Guerra del Folkvangr.
Al primero le atravesó el pecho con su puño, al segundo le atravesó la cabeza con la propia espada flamígera que portaba el ser endemoniado y al tercero le rompió el cuello con una sola mano.
En ese momento el aire se volvió prácticamente llamas y con una voz aterradora y llena de malicia Sutr hizo acto de presencia:
Sutr era una criatura obscena, con un tamaño que ponía en ridículo a los gigantes de hielo de Nifflheim y con una fuerza que hacía temblar los cimientos de su propio flameante hogar.
- Veo que la bella Freya ha venido a visitarme, y yo sin nada que ofrecerle (exclamó entre risas mientras observaba a la diminuta Vanir con una expresión fiera en su rostro mientras soltaba el cuerpo sin vida de uno de sus siervos).
- Y yo veo que hasta una bestia como tú reconoce lo que es la belleza cuando la ve; sin embargo es una pena que no pueda decir lo mismo de tí Sutr.
-Y eso por qué, bella Freya? (Dijo mientras miraba alrededor de ella esperando encontrar a alguien más con ella).
- Eso es porque tu fealdad eclipsa la belleza de los nueve mundos, y tu sentido del humor es peor que tú nauseabundo aliento.
- Veo que no solo tu belleza es algo encomiable, sino que también lo es tu gracia a la hora de insultar.
En ese momento como si el destino la hubiera guiado hasta el objetivo que debía de cumplir, pudo ver claramente como al lado de la grotesca criatura se encontraba lo que debía ser la fuente de la que le habló Odín.
- Qué darías a cambio de un poco del elixir de tu fuente gran Sutr, Rey de Muspell y ente superior a todos los dioses juntos?
-Me agrada saber que por fin alguno de los vuestros me trata como el ser supremo y superior que soy, así que me conformaré con que después de tomar el elixir que vayas a beber yo decida el deseo, dado que la fuente no funciona si yo bebo de ella y me pertenece.
Freya aceptó y dio gracias a la arrogancia y a la infravaloración que el rey de Muspell ejercía sobre todo aquel que consideraba inferior.
Acto seguido lo que ocurrió sería recordado por todos los dioses durante toda su existencia.
Freya lleno la botella del elixir de la fuente y acto seguido voló en forma de halcón; mientras Sutr presa de la ira intentaba atrapar al ave divino errando cada intento hasta que ya fue demasiado tarde y solo pudo escuchar como Freya le llamaba arrogante y como se alejaba hasta desaparecer en el horizonte.
Al llegar a Asgard y reunirse con los demás, todos los que se encontraban en la sala dieron su opinión de lo que la Vanir debía de pedir como deseo hasta que Thor exclamó:
Yo estoy cansado de no sentir nada por nadie ni nada salvo la atracción sexual , así que propongo que Freya tenga el poder de dotar a los mundos de un sentimiento que nos haga sentir unión verdadera hacia las cosas.
Así que con esta propuesta la cual fue finalmente aceptada, nació el sentimiento del amor, a través del poder del elixir de la fuente de Muspell; y Freya sería la que nos lo brindaría hasta el fin de los tiempos.
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Ecos de un pasado Nórdico.
AdventureRelatos perdidos en el tiempo de la mitología nórdica rescatados por un servidor, a través de la gran imaginación que nos embarga día a día.