¿Quién dice que precisas de una emoción para escribir?, ¿en qué punto de la vida, tus pensamientos se vuelven la propia causa de tu agonía y comienzas a morir?
"Un día bendeciremos a aquellos que nos maten, puesto que te quitarán la responsabilidad de hacerlo tu mismo", ¿y si?
Quizá ni siquiera eso. El hombre en sus tan arraigados pensamientos e ideales ni si quiera es capaz de llegar a ello, no en su mayoría, en cambio sólo continúa existiendo. El hombre amenudo existe sin sentido, camina sobre la tierra cada vez más desértica que habita y no sabe para qué, sólo espera el momento de su fin, el pasar de los días, el pasar de los años, convenciéndose a sí mismo de que es productivo y que existe para algo pero es miserable porque su existencia es inútil.Dar valor a las cosas y personas es uno de los pasatiempos favoritos, un deporte, una tradición de nuestra ecumene de la cuál no podemos despegarnos y que al mismo tiempo nos consume. Un pacto que firmamos de manera inconsciente y que por aquello del paso del tiempo olvidamos, así como el contrato de muerte que firmamos al momento de nacer. Un trágico final aplazado...
