Sombra de un amor narcisista.

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Me enseñaste un castillo multicolor, castillo hermoso con un largo camino oscuro, abriste la puerta y yo entré aun sabiendo que no iba a poder ver más que oscuridad, ignore esa realidad y no es la primera vez, pinté de colores sus paredes y mi ilusión dibujó una sonrisa en mi rostro que al llegar al final del pasillo en donde creí que vería luz, te vi con tus ojitos que tanto me endulzaban y que en ese punto ya eran amargos, me tomaste del brazo y mientras me arrastrabas al comienzo otra vez ibas borrando con falsas promesas aquellos hermosos colores que te regalé y con ellos se borraba mi sonrisa. Luego de una charla con la almohada estaba nuevamente en la primera casilla de este juego macabro, viendo la oscura entrada del castillo multicolor como si fuera la primera vez que me deslumbraba, saque mis más sinceras palabras y con ellas volví a iluminar su interior. Desapareció y en tus envenenadas palabras estaba la evidencia; mis colores, mis mejores sonrisas. Me arrebataste todo como un ladrón profesional, se sintieron como caricias y al tiempo me abrazo el dolor pero, llegaste para salvarme otra vez luego de haberme arrojado descaradamente a sus brazos, te vi como mi héroe una vez más, existiendo pero ignorando esa realidad en donde ponías el peso de tu indiferencia en mis hombros otra vez, llegó, me abrazó y en sus cálidos hombros dejé que cayeran mis lagrimas, las limpio con su pulgar cargado de mentiras; parecía la primera vez, se sintió como tal. Conocía como seguía la historia pero decidí escapar de la realidad, sumergiéndome en mi propia droga, nadé, me encontré, me abracé y te deje ir. Endulzaste ese castillo multicolor con tus ojos porque sabias que eso es lo que necesitaba, me encerraste en ese pasillo y como un boomerang me obligabas a recorrerlo una y otra vez. Como niño malcriado eliminabas cualquier rastro de felicidad con el que decoraba el triste panorama que otra dejó. Te daba amor de sobra cuando vos lo único que me dabas eran sobras de amor, dejaste que me perdiera en el sombrío regalo que me dabas en abril, me vendaste los ojos y me volviste tu esclava emocional. Tus ojos me envolvían con su inocencia y no había nada que me gustara más, entre sabanas parecías olvidarla y mientras leías mi cuerpo como braille te convertías en el ganador otra vez, no había algo que te gustara más que verme perder. Intentabas descifrarme como a una caja de pandora, te gustaba lo complicado pero una vez descifrada, lo que estaba adentro no era de tu interés y ahí la dejaste abierta y dejando escapar su brillo. Llegué al final, escapé de tu arrebato y pasé esa puerta, desde afuera veo que ahora alguien más adorna con amargura y colores grises aquel pasillo, la obligas a que pase esa puerta que hoy es ella la que vuelve sin ser arrastrada, esa puerta en la que me esperabas para empujarme al comienzo. No querías que me fuera porque al fin alguien te hacía sentir vivo, al fin alguien notaba tu presencia y ahora ahí estas siendo títere de alguien más.

B l a c k  W i t c h.

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