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Mis nervios se alteran cuando la puerta no se abre. Toco otra vez y sigue sin abrirse.

Espero un momento.

Nada.

Ok, si esto fue una broma voy a llorar.

Suspiro pesadamente y levantó mi mano para tocar otra vez, pero quedó a medias cuando la puerta se abre rápidamente.

Un señor con traje formal y una bandeja de plata es el que abre. Lo detallo, tiene una postura perfecta, facciones relajadas, algunas arrugas, cabello canoso y ojos azules.

Su respiración es irregular y la bandeja tiembla en su mano. Inclina la cabeza dudoso.

Reaccionó

— Ah, eh soy Atlas Frost, el elegido del concurso—le entrego la carta.

Él parpadea varias veces antes de recibir la carta y verla, parpadea otra vez y...

—¡Fazoli!—grita una voz femenina.

—Quédese aquí ya vuelvo—habla con prisa, el chófer me obliga a entrar y cierra la puerta detrás de mi.

Detallo el panorama adentro y el hombre de traje sube corriendo unas grandes escaleras. Lo sigue el chófer con mi maleta en manos, solo que este sube a paso relajado y ve al señor de canas como si estuviera loco.

Una sala gigantesca y un piso de mármol negro pulido es lo que más ocupa la sala, escaleras y algunas paredes, sillones de cuero rojo sangre lo adornan, resaltando en el oscuro suelo y dando un toque demasiado, extravagante y hay una mesita de centro transparente con una cesta con manzanas rojas en ella.

Miro las paredes, son blancas y algunas negras, los ventanales dan una perfecta iluminación ya que son grandes y verticales hacia arriba y con unas cortinas de terciopelo rojo que los adornan a los costados. Veo algunas puertas de color negro y algunos pasillos.

Algo llama mi atención.

¿Por qué tantas manzanas en la casa?

Las manzanas son sinónimo de pecado Atlas...

Volteo a mi derecha y en la pared veo algo, es como un pequeño perchero horizontal con ganchos diminutos para colgar... ¿brazaletes?. Hay siete ganchos pequeños y solo seis brazaletes colgados.

Veo otra vez al frente.

—¡¡Fazoli!!—grita otra vez esa voz femenina y doy un respingo.

En mi panorama aparece una persona, viene bajando las escaleras corriendo y acelerada

—¡Fazoli!—grita otra vez.

No ha terminado de bajar cuando otra persona aparece en la cima de las escaleras

—¡Vuelve a acá!—grita y baja las escaleras al mismo paso que la otra.

La primera persona llega al pie de las escaleras y la veo, es una chica rubia y delgada.

—Vuelve a tocarme y voy a decirle a Arcadiel que...—

—¡¿Qué? ¿qué le dirás?!, ¿Qué estoy molesta?, por dios hermanita... eso sería contra natura—la segunda llega al pie de las escaleras, también es una chica solo que está es pelirroja y más rellena.

La rubia retrocede en la sala, la pelirroja llega a la mesa de centro entre los muebles  y toma una manzana

—¡Por el mismo Judas baja eso ahora!—la espalda de la rubia pega en el ventanal de la sala. Se le tensan los brazos esperando el impacto.

Pero ¿que demonios...?

La pelirroja sube la mano preparada para lanzarle la manzana.

— ¡Son las del puto Jardín del Edén, están más duras que el orgullo de Soberbia, detente!—la pelirroja no se cede y inclina la mano...

El EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora