Prólogo

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El chico de cabellos negros arreglaba con delicadeza las mangas de su traje. A su vez, examinaba exhaustivamente su rostro en el espejo frente a él; debía quedar impecable. Este sería el primer día en que su padre lo dejaría a cargo del reino, por lo que su cabeza estaba hecha un revoltijo de ideas. "Lo haré bien?" "El pueblo me repudiará?". Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz que se acercaba a sus espaldas

—Te ves bien

Sus labios se curvaron hacia arriba al reconocer aquel timbre. Su hermano mayor, Taeyong, entraba a su recámara para felicitarlo en su primer día laborando como futuro jefe de estado. Sin embargo, la sonrisa de Mark se iba desvaneciendo gradualmente conforme las dudas volvían a su cabeza

—Aun no es tarde, hyung—preguntó con verdadera preocupación —Si hablas con papá puede que aun haya forma de—

—Estoy completamente seguro de mi decisión, Mark. No pienso cambiarla

El menor suspiró. Tres años atrás, Taeyong había renunciado al trono, dejando en completo shock a todo el reino. Ambos príncipes siempre habían sido respetados por el pueblo, pero Taeyong, desde el punto de vista de Mark, tenía ese... "algo". Su hermano no solo era un excelente líder, sino que había concebido un increíble don para la oratoria. Taeyong además, era extremadamente querido por el pueblo, tanto así que llevaba el título de "El príncipe del pueblo", dado a su cercanía a este. Por lo que su dimisión al trono fue un balde de agua fría para todos los Auradenses, incluido Mark. Nunca terminó de entender que podía haber hecho a Taeyong renunciar, sobretodo sabiendo de su enorme deseo de mejorar las cosas en el reino.

—Espero que le hayas hablado a papá sobre la primera proclamación.

Aquello le hizo pisar tierra. Se demoró un par de segundos en procesar lo que Taeyong había dicho, y cuando lo hizo, una risa nerviosa no tardó en salir de su boca, dando a entender que no le había dicho absolutamente nada.

—Mark... —el azabache podía sentir claramente el reproche y preocupación en la voz de su hermano

—Lo sé...— respondió el joven heredero, se sentía angustiado—pero ya sabes como se pone, de verdad no quiero tener que lidiar con él y sus-

—Su opinión no tiene por qué intimidarte Mark, él no puede hacer nada al respecto—insistió el mayor— El mando aquí lo tienes tú

—Pero aun así tengo que aguantarlo...todo... los dos sabemos que no le va a gustar

 —¿Qué no le va a gustar a quién?

Ambos se dieron la vuelta lentamente, encontrando a su padre en el marco de la puerta. Ambos hicieron una pequeña reverencia a su entrada, quien se acercaba cada vez más al menor con una sonrisa orgullosa al verlo.

Se acercó a él, e intentó poner su corona sobre la cabeza de su hijo.

—Papá...—soltó con una risa algo incómoda

—¿Qué? Estoy emocionado —Mark suspiró y decidió que sería mejor solo ofrecerle una pequeña sonrisa. —Es una pena que no todos valoren esta corona como se debe...

Taeyong se abstuvo a ignorar tanto el comentario como la mirada fulminante que le estaba entregando el rey. Era claro que al monarca le enojaba la decisión de su hijo mayor y buscaba recordarle de inconformidad en cada oportunidad que se le aparecía.

Su madre también se adentró en la habitación. Reluciente como siempre, Bella decidió sentarse en el sofá, haciendo un sobresfuerzo por ignorar la incómoda situación que sucedía entre su esposo y su primogénito.

—¿Alguna noticia? —les preguntó intentando desviar el tema de conversación.

—Mark ya tiene su primera proclamación—dijo Taeyong dándole un par de palmadas en el hombro a su hermano. Los ojos de Mark se abrieron como platos, quedándose completamente helado. Aclaró su garganta. No esperaba que su hermano lo fuera a exponer de esa manera sabiendo lo precavido que era con sus comentarios. Pero a su vez, entendía el por qué de su accionar. Aquella conversación debía darse cuanto antes posible, y era mejor en ese momento sabiendo que tenía el respaldo tanto de él como el de su madre en caso las cosas no vayan tan bien.

Descendientes - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora