Capítulo Único

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Caminaba por el bosque, un aroma sereno percibí en el ambiente mañanero, al cabo de un rato empezó a entrar una reducida cantidad de luminiscencia que dejo un destello en la arboleda, viéndose como si fuera una bóveda como una parroquia medieval.
El canto de las aves, las ramas quebrándose bajo mis pies, hicieron desaparecer el gemido que se entremezclaba con mis lágrimas.
Seguí caminando hasta que me detuve en un claro, vi un lugar en el que podría encontrar algo de paz. Me senté en una roca próxima al margen del lago, instintivamente acomodé los audífonos, pues no disfruto percibir la soledad aun cuando esté en el bosque más próximo a mi casa.
Tampoco estaba tan sólo, ahora que lo pienso, dado que vino el perro de mi hermana llamado Goliath, pero es casi lo mismo que estar así, sin nadie y tampoco creo que entienda mi dolor.
Secandome las lágrimas con el antebrazo del polerón, respire profundo y me puse a pensar si realmente era necesario estar así, no es la primera vez, ni será la última que esté en la misma situación, ¿Quién tiene la culpa de que me sienta así?, ¿yo mismo? por ser así o ¿son las palabras de mis padres?, aunque tampoco me puedo lavar las manos, puesto que no soy perfecto y tampoco soy retraído con mi lenguaje haciendo más desmedida la situación.
Venir aquí constantemente me hace sentir esa paz que necesito, sea el día que fuera. Debido a todo esto, tengo una carta bajo la manga, cuando venir aquí no funciona, que se ha vuelto más habitual de lo que quisiera, pues sí, es andar en longboard, el solo hecho de andar y sentir el cosquilleo del aire en las mejillas es una sensación bendita.
Solo hacer eso o caer intentando trucos te hace por un momento olvidarte de tus problemas. Pero sí hay días que ni con eso te sientes bien.
Hoy es un día de esos en los cuales sientes que jodes a todo el mundo, ni siquiera quieres hablar con tus amigos, porque crees que hasta los molestas a ellos. Pero ante todo pronóstico llame a mi mejor amiga, mi hermana muchas veces es a quien busco cuando estoy así, pero esta vez no, desde que conocí a esa chica, y se hizo mi mejor amiga, ha sido una persona muy especial para mí, tanto así que me ayuda, y noto poco a poco su amor.

Respire profundamente de nuevo, mientras otra ola de angustia me atacaba, no quería que aumentará más, tampoco pretendía mostrarme así ante ella, de modo que me seque y presione un poco mis párpados para evitar la salida de más lágrimas.
Estaba en ello, cuando siento que de forma extraña el auricular se sale, escuchando una voz sacando me de la acción - ¡¿Que te dije sobre presionarte así los ojos?!, no me gusta que lo hagas- dice mi amiga -¡¡Ah!! me asusté- le digo y saque mis manos de ellos.
-Lo siento- me dice, mientras hice un puchero y bajé la cabeza apoyándola sobre mi rodilla. Haciendo que ella se sienta un poco culpable ya que vino a ayudarme no a retarme, mientras una lágrima rebelde bajo por mi mejilla.
Ella me abrazaba por la espalda, puesto que es muy menudita, y dijo, casi en un susurro.
-Que la sociedad no nos quiera como somos no significa que tú jodes o molestas, o como quieras llamarlo, tus padres tendrán que entenderlo en algún momento- estaba callado mientras ella hablaba.
-Entiende que, aunque crees que molestas eres importante para mí, aunque esté con una chica.
Eso no va a cambiar los sentimientos que sentí al conocernos, te amo aunque seas mi amigo, los amigos también se cuidan- mientras ella decía eso, solo atiné apretar más fuerte mis párpados para que no salieran las lágrimas como si se hubiera abierto una llave, pero fue inútil, puse como último recurso, mi rostro en mis piernas, y si, estaban mojando la tela del pantalón, ya que no quería que me viera, ella agregó
-Y no te pedí que salieras conmigo, por qué le das más al otro bando- dice mi amiga tranquilamente -jaja- el solo hecho de decir eso me hizo sacar una carcajada.
Me di vuelta y me desperté y ahí estaba ella, al lado de la cama de hospital, sosteniendo mi mano izquierda, tenía los ojos rojos, se notaba que había llorado, lo cual me hizo sentir peor, ya que nunca lo hubiera hecho si sabría que mi hermana lloraría tanto por mí, también estaba mi amiga al lado de ella, pero casi igual o peor que mi hermana.
También estaban personas que no me acordaba que conocía, también médicos que salían y entraban de mi cuarto.
Intenté llamar la atención de mi hermana, pero por alguna razón no me veía, no me cabía en la cabeza que ella estuviera así, y no vea que la estoy llamando. Me empecé a desesperar, le tironeaba la mano, pero de alguna manera se hacía la indiferente, lo cual si entiendo, pero no ahora que la necesito.
Empecé a llorar con angustia, tanto así que me dolía el pecho.
Ya había salido del hospital por qué me habían dado de alta, todavía seguía llorando, y al cruzar la calle, la escena se tornó en cámara lenta, el sonido de la bocina resonó como un eco en mis odios y el impacto contra el auto, me tiró al suelo, justo en ese momento en vez de fundirme en una inconsciencia, desperté sobresaltado con lágrimas y sudor empapando mi cuerpo.

El Chico del lago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora