Me enamoré por completo de Clara. Estoy enamorado de ella actualmente. Es la chica con la que me he querido casar desde hace mucho tiempo.
La conozco desde hace ya varios años, y una relación de 1,827 días deberían bastar para saber que estoy; que soy feliz con ella.
¿Cierto?«No la quieres, bótala», pensé.
¿Acaso se perdió la chispa de mi relación? ¿Pasó algo reciente que provocó mi apresurado disgusto hacia aquella persona a la que se supone que amo tanto?
«Eres un cabrón cobarde y miserable»
-¿Y qué piensas? ¿Se me ve bien?-me preguntó Clara.
Tenía un vestido negro, largo y brilloso. Su cara tan bonita, de tez tan blanca como la nieve y chapetes naturales, yacía llena de maquillaje y labial. Me parecía un exceso. Como un payaso que cree que entre más arreglado está, más gracioso es. Pero no es así. Pierde la gracia. Deja de ser atractivo siquiera.
Me mordí la lengua antes de contestar:
-No se ve mal.
-No te gustó -respondió.
-¿De verdad tenemos que ir a esa fiesta? Tengo un proyecto para entregar dentro de dos días, y no pienso hacerlo estando desvelad...
-Te la vas a pasar bien, y se acabó -contestó de modo imperativo.
«Muy bien, definitivamente ya no la quieres...»
Escogió ese vestido. Se veía muy bien. Sus caderas marcadas, la delgadez de su cuerpo y ese largo cabello castaño acompañado de sus ojos marrones le daban gloria a esa mujer.
De verdad que era sexy, y Dios bien sabe cuánto me esforcé para que esa mujer siquiera volteara su atención hacia mí.
Pero no lo sé, quizás me cansé. ¿De ella? ¿Del trabajo? ¿Universidad? Probablemente de todo.Salimos de la tienda después de pagar por el vestido (por cierto, nada barato como era de esperarse) y subimos a mi auto.
Era un Ibiza 2016. No tan viejo, no tan nuevo en su momento. Tenía lo que necesitaba: aire acondicionado, radio, Bluetooth, computadora de viaje, y otras cositas más. En resumen, un buen cacharro.Partimos, y nos dirigimos a mi casa. Se ubicaba en una colonia bonita sinceramente; con fraccionamiento privado y una calle deliciosa para manejar. Como si todos los días conducieras sobre pavimento nuevo recién terminado. Muchos árboles, cercas, vecinos y algunas rotondas con fuentes.
Nos estacionamos en uno de los cajones de mi casa, bajamos y entramos. No estaban mis padres. Mejor aún.
Me acerqué a la pequeña barra que teníamos para servir vinos a nuestros invitados y cómo no, a nosotros también, y me tomé una cerveza del frigobar.-No pudiste con la sed, ¿eh? -comentó Clara, mientras comenzaba a desnudarse enfrente mío; en la sala.
-Fue un día largo, supongo.
-Entiendo. Verás que será divertido. Estará Carlos también.
-Que se joda, me da flojera ese sujeto. Yo voy por ti, nada más.
-Y lo aprecio mucho, amor.Después de tener un rapidín, Clara se puso el vestido de nuevo, y subió por su mochila a ponerse perfume y arreglarse un poco más, ya que le estropeé un pelín el maquillaje.
Yo subí a bañarme, vestirme, peinarme, y ponerme loción.«¿Entonces sí la quieres? No es solo por sexo, ¿O sí?»
Una vez que estuvimos listos para salir, en el porche de la entrada, ella me dió una nalgada con la mano bien abierta. Pero una nalgada que sabía que se quedaría marcada un buen rato, sin mencionar el agarrón al final de ésta.
Conduje durante una hora y media. Maldita sea con los salones de evento y su necesidad de estar al otro lado del mundo...
Dieron las 8:00 pm, y después de un pequeña pelea con Clara (nunca supo darme una dirección de manera correcta), dimos con el salón. Era precioso. Y grande.

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Nunca me perdones, nunca me olvides
HorrorLa relación fallida de una pareja intentando mantenerse a flote. La presión de los padres por la excelencia académica de su hijo. El trabajo aburrido, tedioso y demandante de todos los días. En resumidas cuentas, una vida cualquiera. Un pozo tan pro...