STILES LUCHA POR CARGAR A LAS DOS CHICAS A LA VEZ. CON LAS PIERNAS DE ILLA gritándole después de cada paso y la cabeza martilleando, y con Lydia como una bomba amenazando con explotar, él tiene las manos ocupadas, tanto literal como figurativamente.
Los tres tropiezan con sus propios pies. Stiles ya es una persona torpe, y con el peso adicional de otras dos, sus extremidades son un desastre debajo de ellas.
—Está bien—, le dice Stiles a Lydia mientras doblan desordenadamente una esquina, —tienes que tratar de mantenerte en pie. Eso también va para ti, Illa, ¿de acuerdo? ¿Me escuchas? Ninguna de los dos se está cayendo.
Es fácil para Stiles decirlo. No tiene voces gritando en su cabeza, aumentando de volumen con cada milisegundo que pasa, o un dolor punzante proveniente de sus rodillas sangrantes. Los gemidos de Lydia son suficientes para callar a Illa sobre su propio dolor. Ella no lo tiene tan mal como el Banshee; ella no puede quejarse.
—¿Tenías un plan?— Lydia cuestiona débilmente.
—Uh ... sí,— Stiles medio miente después de un momento de vacilación. —El plan era conseguir a Illa. Se veía bien en el papel, no tanto en la realidad.
—No es mi culpa—, sisea Illa con los dientes apretados, cerrando los ojos con tanta fuerza que ve los colores. Puntos morados, verdes y amarillos se funden detrás de la oscuridad que brindan sus párpados.
Ella los vuelve a abrir justo a tiempo para ser empujados al suelo.
Stiles, que también había sido empujado, se apresura a agarrarle los codos antes de caer de bruces. Illa mira hacia arriba con horror, escupiendo su cabello de su boca justo a tiempo para ver lo que más ha estado temiendo durante toda la noche.
Lydia cae de rodillas con todo su cuerpo agitado por las fuertes respiraciones que está inhalando. —¡No puedo sostenerlo!— Se tapa los oídos con las manos, los ojos miran desesperadamente hacia el techo como si de alguna manera pudiera brindarle un pésame. —¡Yo ... no puedo ... hacerlo ...!
—Lydia- — Stiles intenta interrumpir, solo para ser interrumpido por su desgarradora súplica.
—¡Stiles, Illa, correr!
Eso es todo. Este es el momento que ha estado esperando desde que vio por primera vez visiones de Stiles Stilinski. Su negativa a dejar a Lydia lo matará en cuestión de segundos, y también resultará en su propia muerte si no los saca a ambos de aquí.
