Alicia

Prólogo

Cuando el sol se puso, Alicia extendió sus piernas y las dejó descansar sobre mi regazo. Su cabello se le cruzaba por la frente mientras intentaba leer, y luego de varios intentos, logró atarlo en alto. Yo la miraba divertido, siempre encontré interesante mirarla mientras estaba distraída. Nunca lo notó.

La mayoría del tiempo actuaba como si fuera una pequeña niña, incapaz de realizar más de una actividad a la vez. Entonces relajó el ceño y devolviéndome la mirada, se le escapó un suspiro de los labios.

Se enderezó y se acercó más. Abrazó mi rostro entre sus manos y luego dejó que un beso se posara en mis labios. No busco comprender qué era exactamente lo que me hacía sentir, y mucho menos describirlo, solo sé que de alguna forma sentía algo cada vez que estaba con ella, y eso era suficiente.

—¿Sabes? Creo que he cambiado mi opinión sobre el cielo,— me dijo mientras recostaba su cabeza en mi hombro. —...Tu sabes que no soy ninguna religiosa, a pesar de que siempre creí que existe el cielo y que allí van todas las buenas personas cuando mueren, a cantar villancicos o lo que sea, y a usar vestidos blancos mientras vuelan y son felices. Pero me di cuenta de que estaba muy, muy equivocada.—

Besé su mano y asentí. —¿Cuál es tu teoría, entonces?—

Por unos segundos se quedó en silencio, como si dudara de lo que iba a decir. Acaricié su cabeza intentando animarla, esperando comunicarle que sin importar lo que tenía para decir, yo estaba dispuesto a escucharlo.

Se rió por lo bajo, alzó la mirada y me besó una vez más.

—...Es aquí, ahora, contigo.