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imagina: erwin te deja planta en la cena luego de haberte prometido estar presente, así que vas a hacerle una visita en el cuartel de la legión.

...

La mujer de cabellos (c/c) se dirigía hacia el cuartel de la legión a buscar a Erwin. Era casi de noche y estaba enojada con su marido por seguir con su trabajo cuando prometió aquella mañana llegar más temprano que los días anteriores.

Dejó su caballo con uno de los cadetes y entró al lugar, saludando a algunos que otros soldados. Se encontró con Levi y su rostro fruncido en enojo cambió.

—¡Levi! —se acercó a él, sonriendo de oreja a oreja. Era bueno ver al sujeto de baja estatura, lo consideraba un buen amigo sin importar la indiferencia y la poca comunicación que él tenía hacia su persona—. Es lindo verte de nuevo... estás más alto que la última vez—. Bromeó, haciendo enojar al azabache.

—Uhm, si vienes por Erwin, continúa en su despacho. No me molestes—. El hombre siguió su camino, ignorando la presencia de la (c/c).

(n) se encogió de hombros, continuando también con su camino.

Antes de poder entrar, suspiró y volvió a fruncir su ceño enojada.

—Erwin Smith —Exclamó en el momento en que abrió la puerta, captando toda la atención del hombre sentado en su silla.

El rubio subió la mirada, sonriéndole a medias a su mujer, sin embargo, al ver el gesto en su rostro, su entrecejo se frunció en confusión, entendiendo muy poco porque razón estaba enojada con él.

Se puso de pie, acercándose a (n) para darle un besito en la frente, pero la mujer alzó el brazo en señal de que se detuviera, cosa que hizo.

—¿Pasa algo, cielo?

—¿Y te atreves a preguntar, hombre? —Resopló, colocando sus mechones rebeldes detrás de su oreja—. Erwin, cielo, me prometiste ésta mañana llegar temprano, y sigues aquí trabajando. Me tenías en casa esperando por mucho tiempo —se dirigió al mueble del despacho y tomó asiento. Se cruzó de piernas y meneó una de ellas, frustrada.

Erwin se dio una bofetada mentalmente, insultandose a sí mismo por olvidar su compromiso con la (c/c). Se sentía como un pésimo esposo justo ahora, le dio su palabra y no la cumplió en lo absoluto. Qué imbécil.

Se acercó a (n) y se sentó a su lado, colocando su mano sobre la pierna de ella, y comenzó a acariciar ésta lentamente, mirándola muy apenado y con el ceño ligeramente triste.

—¿Puedo hacer algo para que me perdones? —su otra mano fue a parar a la mejilla de la mujer, que se sonrojó al sentir el toque de su marido.

(n) miró hacia el piso, pensando en lo que Erwin haría.

Tomó una bocanada de aire, cambiando la expresión en su rostro. Su entrecejo se relajó y se formó una pequeña sonrisa en su rostro. Volteó a ver al rubio y llevó sus manos al rostro de él, acercándose a su cara para estampar sus labios con los de Smith.

Erwin posicionó ahora su mano en la nuca de (n), profundizando así el beso. La mano que hace momentos estaba sobre la pierna de la mujer, ahora se encontraba en la cintura de ella, él apretándola con un poco de fuerza, aunque por supuesto, sin lastimarla.

—Vamonos a casa y te diré la forma en la que conseguiras mi perdón, ¿Sí?

—De acuerdo —Agarró la mano de ella y la entrelazó con la suya, poniéndose de pie y caminando a la salida—. ¿Quieres agregar otra cosa?

—Tómate dos días para estar conmigo, ¿Bien?

Él asintió, dejando un beso en la frente de la (c/c).

..

—Uhm —Tragó saliva, recuperando el aliento perdido en lo que acababan de hacer—. Erwin... Erwin, fuiste un poco rudo —jadeó, acomodándose en la cama.

—Lo siento —Repartió cientos de besos sobre el rostro colorado de (n)—. Hace tiempo no lo hacíamos, no pude contenerme —soltó una suave risa que provocó una sonrisa en los labios de su esposa.

—Cariño, ¿Realmente vas a cumplir esta vez con que dejaras el trabajo por dos días?

—Sí, lo haré —se sentó en la orilla de la cama, buscando su ropa interior y colocándose ésta una vez la encontró.

—¿Adónde irás?

—A preparar la cena... Sé que estás agotada, sólo descansa —Dijo mientras se colocaba su camisa y caminaba a la puerta de la habitación—. Te preparé algo delicioso.

Antes de que él pudiera cruzar la puerta, lo llamó, pidiéndole que se acercara y él así lo hizo, arrodillándose frente a ella—. Estás perdonado —Le besó los labios con amor, ambos sonriendo.

—Ya lo sabía —Se encogió de hombros, confundiendo a (n)—. Cuando estabamos en mi despacho y me besaste, supe que ya todo estaba arreglado... La forma en la que lo...—

—Bueno, pero ya ve a cocinarme —dejó un besito en la frente de él—. Luego de comer quiero hablar algunas cosas contigo, espero lo pienses y estés de acuerdo conmigo.

—Bien, ¿Es sobre lo que creo que es?

—Puede ser.

—Ok, entonces descansa, duerme un poco si quieres, te despertare cuando todo esté listo.

𝘦𝘳𝘸𝘪𝘯 𝘴𝘮𝘪𝘵𝘩 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora