Como en casa |Sernando|

1.9K 36 2
                                    

Fernando Torres siempre había creído que en la vida existían dos tipos de personas y lugares: los que te hacen sentir como en una escuela (donde tienes que comportarte de cierta manera, seguir normas y donde ser tú mismo tiene un límite), y los que te hacen sentir como en casa (donde puedes ser tú mismo en todo tu esplendor y con total libertad).

En estos momentos su vida era un pequeño desastre, como si un huracán hubiese arrasado con todo.

En el club donde estaba jugando, el Milán se sentía como en la escuela: no podía ser él mismo, se desconocía totalmente, además de la evidente incomodidad, y que no encajaba de ninguna forma. Aquello era lo que influía en su cada vez más bajo rendimiento. La relación con sus compañeros de equipo era normal, pero ninguno llegaba a ser siquiera alguien para conversar sobre cosas cotidianas.

Como un agregado aún mejor, odiaba el idioma italiano. No era su lugar en el mundo, y jamás lo sería. Ni siquiera la exitosa pasta italiana podía hacerlo sentir mejor.

Para su dicha y suerte, la próxima temporada que comenzaba después del Mundial, ya estaría nuevamente en el club de sus amores, el Atlético de Madrid, y nada ni nadie podía quitarle la inmensa felicidad que lo poseyó desde el momento en que se arregló su pase. Fueron muchos papeleríos. El Chelsea debía finalmente cederlo al 100% al Milán y luego el club italiano había llegado al acuerdo de que Cerci iría por intercambio, y a fin de temporada Fernando podría firmar con el club de sus amores.

La sensación "como en la escuela" también se estuvo haciendo muy presente últimamente en su propio hogar. Más que nada con su mujer, con Olalla, y a veces hasta con sus pequeños, Nora y Leo. Pero podría decirse que, en este caso, la sensación se encontraba en un "limbo" entre escuela y casa.

Esta vez su familia no lo acompañaba ya que había que terminar los trámites del pase de la escuela de los niños y otros detalles menores que quedaron a cargo de su mujer. Se reencontrarían en unas semanas en Brasil en el comienzo del mundial, cuando los familiares podían visitarlos, por lo que serían los únicos momentos en los que no estarían concentrando.

Él se encontraba en el avión rumbo a la concentración de la selección española en Madrid para luego volar a Brasil y comenzar con los entrenamientos. El objetivo de "La roja" era claro, defender el título que habían ganado en el 2010. Y si podían volver a ganar el mundial.

Se dedicaba a mirar por la ventanilla del lugar, mientras jugaba con el pequeño rosario que colgaba de su cuello. Lo enredaba entre sus dedos y luego volvía a desenredarlo. La música de Coldplay resonaba en sus oídos haciendo que se relaje. Charlie Brown comenzaba a sonar en ese momento, una de sus canciones predilectas de la banda. Su pie comenzó a moverse al ritmo de la música, al igual que su cabeza.

Mientras observaba la ciudad, los pequeños lugares que se le presentaban, aunque él no los podía distinguir por la altura que sobrevolaban, se daba cuanta cuanto extrañaba su ciudad.

 Extrañaba la calidez que le entregaba las calles cuando las transitaba, las buenas vibras que emitía "El Calderón", aquella cancha que no pisaba hace tiempo, extraña a su hinchada que era tan fiel, que está cuando les convirtió un gol estando en el Chelsea lo habían aplaudido, extrañaba a su familia. Y por sobre todo, extrañaba a su alguien especial .... A Sergio.

Sese, como le decía en forma cariñosa cuando estaban solos, era más que un mejor amigo para él: era su compañero de aventuras, experiencias, sentimientos, era un compañero de la vida, Sergio esa su"todo". Lo amaba como a nadie. Él, junto a sus hijos, eran su vida.

El corto viaje llegó a su fin mientras él divagaba en sus pensamientos, y una gran sonrisa se plantó en su rostro, cuando el avión comenzaba a aterrizar.

"Hogar dulce hogar."

Al momento de bajar del avión privado que había contratado, se dirige a tomar sus maletas. Camina lentamente, y llega a una zona de arribos privada. Su sonrisa se ensanchó aún más por dos motivos: el primero era porque al fin volvía a su tierra, y el segundo se encontraba enfrente suyo, mirándolo con una sonrisa sincera, desbordando de felicidad al tener frente a él a quien más había anhelado jamás.

– ¡Nando! – Corrió Sergio a abrazarlo – ¡Al fin has vuelto! ¡Bienvenido a casa, darling!

Fernando se deshizo de sus maletas rápidamente y le devolvió el abrazo con todas las fuerzas de su cuerpo, corazón y alma. Hundió su rostro en el pecho del defensor y cerró los ojos. Y una pequeña sonrisa se extendió por su rostro.

– No sabes lo feliz que estoy de volver aquí. Y que al fin pueda verte más seguido. – le dijo al oído, provocando que Sergio se sonrojara. – Al fin estoy en casa. –

Y lo estaba, él se sentía como en casa cuando esos brazos lo rodeaban, y no era el único, porque Sergio también se sentía de la misma forma.

Ambos se ponen una gorra y unos anteojos negros, para que nadie pueda reconocerlos al salir de esa zona de confort.

El defensa entrelaza sus dedos con el delantero. – Al fin estas aquí. – vuelve a repetir, porque está feliz como hacía tiempo que no lo estaba.

– Estoy en casa. Con todo lo que necesito para ser feliz. – responde Fernando. Sergio lo mira.

– ¿Y qué es eso que necesitas para ser feliz? – le pregunta

Él sonríe y le besa la punta de la nariz. – A ti. Donde estas tú, esta mi hogar. – Fernando sonríe extensamente. – Me siento como en casa cuando estoy contigo. –

Y así, ambos amantes cruzan las puertas del aeropuerto. Son jóvenes, y se aman de la misma forma en que se amaban años atrás, cuando se conocieron. Se aman con un amor puro y leal. El ahora es su tiempo. Pasarían dos hermosos meses en Brasil disputando el mundial, y luego, para la suerte de Sergio, Fernando volvería a Madrid.

Porque no sólo Fernando se sentía como en casa cuando estaba con Sergio. Sergio también se sentía como en casa cuando Fernando estaba con él.

|De ellos como mías| |One Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora