Dolor, desesperación,
naufraga era yo, de la vida, del destino, del mar y los bosques,
pérdida entre arboles, mi bosque de los incomprendidos,
había permanecido tanto tiempo cegada,
que era como si hubieran congelado mi alma y mi corazón,
quisiera dejar de huir, de aquí, de allá,
pero las letras me acogen en ese bosque, las palabras de cada verso me dan calidez,
y una voz suave, cálida y tierna me acompaña con su canto en estas noches
que pasó en este bosque lleno de almas incomprendidas;
Si abro los ojos y escapó de acá,
me doy cuenta que al fin mi único refugio siempre fueran los libros,
danzar entre cada palabra del libro que me abraza.