Día Uno: Infancia

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Odiaba correr.

Definitivamente la actividad física no era para alguien como él, mucho menos ese lugar era para él. Sus padres habían estado de acuerdo en enviarlo a la Academia Militar, donde pasaba sus días de lunes a viernes, estos comenzando a las cinco en punto para levantarse a trotar.

—¡Vamos Wingfield! ¡Aún te queda cincuenta metros!

La voz de uno de sus compañeros lo sacó de quicio, la mayoría en ese lugar no lo molestaba, pero sí tenía una que otra riña por su inteligencia. Todos esos idiotas se veían intimidados por él, incluyendo los maestros y instructores, de eso estaba seguro.

—¡Deprisa cerebrito! ¡No pienso volver a quedarme en el castigo contigo!

Xeno bufó mientras observaba la sonrisa altanera de Stanley, el único niño que no consideraba idiota del todo en ese lugar.

—Nunca te pedí que me esperaras .-suspiro para comenzar a reanudar su trote, esta vez un poco más lento y a la par de su amigo.

Stanley solo se carcajeo leve para seguir trotando junto a él.

Y como era obvio, ambos llegaron últimos, recibiendo un castigo por parte del instructor. Tener que limpiar todo el maldito gimnasio al terminar las clases.

—¡Demonios Xeno! Vamos a tener que hacer algo con tu condición física .-Stanley se llevó una paleta a la boca mientras miraba con mala cara a su amigo.

—Ya te dije que no tienes porque esperarme .-bufó mientras comenzaba a trapear el suelo del condenado gimnasio-. ¿Y de dónde sacaste esa paleta? No tenemos permitido la entrada de dulces.

—Que carácter cerebrito .-se acercó al niño sonriendo mientras quitaba la paleta de la boca y la metía en la de su amigo.

—¡ASCO! .-Xeno escupió el dulce, eso no era para nada higiénico-. ¡¿Qué demonios pensabas, Snyder?

Stanley río ante la actitud del niño y ignoró la pregunta acercándose a tomar un trapo y así comenzar a ayudar con la limpieza del lugar, le divertía las actitudes que tenía ese niño tan inteligente y pues Xeno era su único amigo en ese lugar.

Xeno bufó mientras seguía en su tarea de trapear el suelo, odiaba la academia, odiaba las reglas de ese lugar, pero si había algo que lo distraía de todo eso, era Stanley y sus travesuras. Parecía ser que, a Stanley lo enviaron allí para disciplinar su carácter, el niño sobresalía por sobre todos en su rendimiento físico y otras actitudes, era algo que él valoraba completamente.

Y por eso, se sentía mal cada que castigaban a Stanley por culpa de él. El único que merecía el castigo de limpiar los baños, el gimnasio o lo que sea era él por ser mediocre en su rendimiento, ni siquiera entendía porque un niño como Stan quería ser su amigo.

—¡Oye Xeno!

Ante el llamado, se giró rápidamente siendo recibido por la mirada burlona de Stanley que sostenía una araña en su mano.

—¡Snyder!

Stanley río mientras él hacía su mueca de asco ante esa estúpida broma.



Al fin terminaron de limpiar ese maldito lugar, y como no tenía sentido volver tan temprano a las cabañas donde estaban las camas, se quedó observando como Stanley jugaba con la pelota de basketball.

—Vamos, no puedes seguir enojado conmigo por esa broma. Solo era una araña.

—No estoy enojado, idiota .-cruzó las piernas observando desde las gradas la sonrisa penosa que tenía el niño.

¡StanXenoWeek 2021!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora