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Caminaba cerca del muelle mientras miraba su teléfono, no tenía ninguna noticia nueva acerca del proyecto en el que estaba trabajando, así que estaba preocupado.
Jiang Cheng solía ser un joven feroz y de aura imponente, pero dentro de él había un remolino de sentimientos que amenazaban con salir a cada momento. Nunca fue bueno expresándose, la ira y el sarcasmo eran sus fieles aliados.

No había visto hacia donde se dirigía por lo que tropezó con un bache que estaba el suelo, haciendo que su teléfono se estrellara contra el piso y él se llevará a una persona por delante.

Genial, lo que faltaba.

Grande fue su sorpresa al encontrar un par de ojos grises brillantes, que lo miraban mientras le ayudaba a levantarse. Juraría por su madre que no pensó encontrarse en el camino con el hombre más sexy que ha visto en toda su patética vida. Cabello azabache que llegaba a su cintura, piernas largas y fuertes, labios muy sensuales y una descarada sonrisa. Si, Jiang Cheng estaba jodido.

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Wei wuxian claramente no pensaba bien cuando se dirigió corriendo hacia ese hombre. Era muy apuesto, y su cara gritaba "Estoy caliente y lo sé" por todos lados y mentiría si dijera que la expresión de furia en su rostro no era lo más hermoso que había visto pero ¿Tropezar con él? ¿De verdad así piensas vivir tu nueva vida Wei Wuxian?

— Lo lamento, no me fijé en el camino. — Terminó de ayudar a levantar al joven y rápidamente tomó el teléfono que yacía en el suelo — me parece que es tuyo.

— Gracias. — Fue lo único que dijo Jiang Cheng antes de tomar el teléfono, darse la vuelta e irse lo más rápido que sus piernas pudieron aguantar.

Wei Ying seguía con una sonrisa en su rostro, no creyó que el hombre de ojos color amatista fuera tan tímido como para huir, o simplemente le pareció molesto que intentara disculparse con él después de haber dañado su teléfono.

Siguió divagando en sus pensamientos mientras recorría la ciudad, Yummeng era exactamente como su amigo Nie Huaisang lo había descrito: cálido y perfecto para iniciar de nuevo.
Su vida no había sido fácil los últimos años, así que venir aquí fue la mejor opción. No se preocupó por el trabajo, tenía una plaza como profesor de primaria a la que acudió cuando fue necesario y vendía sus pinturas en la web, lo cual le dejaba ganancias considerables. Así que el dinero no sería problema.

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JIang Cheng era un maldito cobarde, si. Lo sabía. Pero no iba a quedarse a hablar con aquel joven, cuando acababa de humillarse a si mismo.

Pasó un buen tiempo antes de volver a toparse con esos ojos grises. Estaba sentado en un salón de escuela, decorado con muchos dibujos y colores vibrantes, mientras esperaba a que el maestro de su sobrino llegara con los niños y presentara los últimos avances.

Para él Jin ling era el único ser humano existente que lo obligaba a ser amable, aparte de su preciosa hermana Jiang Yanli. No es cómo si túviese muchos amigos con quién serlo de igual manera. Y estar en un aula rodeoado de varios padres que querían presumir a sus hijos no era el ambiente más deseado para él.

Aún así, allí se encontraba, observando con la boca abierta como el sensual hombre que se había topado hace días  caminaba a través de la puerta con su sobrino en brazos, mientras prestaba atención a cualquier cosa que el niño estuviese tratando de decir.

Se sentó en el escritorio frente a él, sin hacer ningún reparo en los adultos que se lo devoraban con la mirada y sacó algunos documentos. Un vez todo estuvo listo miró hacia el frente con la sonrisa más deslumbrante y perfecta.

Un pedacito de sol en la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora