Con el fin de una lectura más placentera, al parecer de la escritora, se recomienda con fervor colocar las canciones mencionadas anteriormente a lo largo del capítulo.
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El vestido de estampado floreado de Mei-chan era del largo que llegaba un poco más encima de sus rodillas, era ligero y fresco. Le sentaba maravillosamente, y Oikawa concordaba con eso. Aunque si algún chico se le acercase para decírselo, si concordaba o no con su opinión, definitivamente pasaría a segundo, o incluso tercer plano en sus preocupaciones y tareas pendientes. Como por ejemplo, alejar sus celos... Aunque reconsiderándolo, ¿no era mejor simplemente alejar al chico?
Su lacio cabello castaño se encontraba desatado, en su rostro no llevaba ni una pizca de maquillaje por mucho que su amiga hubiera insistido en tomarla como modelo para aquello, aunque sus mejillas de por sí ya parecían estarlo, naturalmente sonrojadas, indicio de que había estado tomando.
Su cuerpo se mantenía haciendo el efecto contrario a el que la mayoría de los adolescentes alborotados en la fiesta; con el alcohol provocando que se sintiese con un peso extra sobre sus hombros y como si en sus pies cargase plomo. Así que en cuanto ellos tocaron el agua templada y cristalina de la alberca en la casa de quien estaba llevando esa fiesta a cabo, se sintió más relajada. Probablemente no hubiera sido así de no ser porque todos los demás, a excepción, claramente, de el chico sentado a su lado, se encontraban dentro de la casa jugando a quien podría beber más. El verdadero reto iba a ser quien conseguiría vomitar menos.
En algún punto de la noche, dentro de un ambiente cómodo y ebriamente insignificante, el tema de charla se volvió el tiempo, no climático; el pasado, recordando, donde en un principio ambos se llevaban tal como gato y ratón. En su defensa, la fama de Oikawa era tan increíble como poco creíble, y tomarla por una de sus fanáticas pudo haberla ofendido un poco en cuanto él se regocijaba en su fase conquistadora.
─Porque no me agradabas, siempre andas de tonto y lanzado coqueteando con todas ─soltó vaga y divertida en respuesta. Quizás por efecto del alcohol, quizás el lugar, su voluntad, o lo que sea que fuese lo que la hizo terminar diciendo eso, pero lo hizo, lo dijo.
Habló sin más, desprevenida de cualquier cosa. Aunque a fin de cuentas no era algo de lo que asombrarse. Un chico tan atractivo como Oikawa, y además, deportista alagado, con increíble carisma, inteligencia... Inclusive si a veces se tuviese que reconsiderar su último atributo, ¡por favor, era un buen partido! O si la ironía se entiende, un buen set.
El tipo de chico que te trae a sus pies, junto con cualquier chica hormonal, superficial o no, y que definitivamente le agradaría a tus padres. Con una sonrisa amable, modales y cortesía de su parte, una madre contenta. Deportista empedernido con un afán, como la mayoría, por la deliciosa carne asada, y una práctica vocal para reírse en cualquier ocasión, por muy malo que el chiste sea; una hija opacada.
