Hay momentos en nuestras vidas en las que no puedes ver más allá del horizonte. Todo está gris, pesado, lleno de problemas, dolores y sufrimiento. La felicidad está demasiado lejos de tu alcance, no te aproximas, no tienes dirección. No tienes amigos ni nadie que te escuche.
Chester Bennington estaba intentando conciliar el sueño por segunda vez en la noche. Lo lograba, tenía una pesadilla, despertaba, volvía a tratar. Era como un círculo vicioso bastante enfermizo, considerando que estaba cansado. Pero era algo difícil. Porque no era cualquier tipo de pesadilla, no. Era de esas que te dañan, porque son malos recuerdos. Se repitieron durante aproximadamente tres noches, solo que nunca lo mencionó, no quería asustarlo.
Sintió que el sueño lo empezó a invadir y sus párpados comenzaban a pesar, así que supuso que estaba por dormirse de nuevo.
Y lo hizo, porque ahora lo único que podía ver era a un niño. Un niño de ojos cafés, contextura delgada y bastante débil. El mismo de siempre, el de sus recuerdos. El niño tenía los ojos felices y una sonrisa genuina, pero de un momento al otro, todo cambiaba. Sus brazitos comenzaban a llenarse de cicatrices, sus ojos se entristecían y su sonrisa desaparecía. La ropa se hacía más grande para cubrir las heridas, las ojeras aparecían y su mirada estaba irritada, posiblemente de tanto llorar. Y de nuevo se repetía la situación de siempre, su alrededor tomó forma de cuidad, y él estaba en lo que parecía ser un callejón, y al lado había un bar. Un mayor le daba la mano y lo llevaba hasta el bar. En su otra mano, llevaba un peluche, su mejor amigo.
El mayor que tomó su mano resulta ser el padre del niño, y una vez dentro, se lo entrega a un hombre. Le dice lo mismo de siempre, que lo cuide hasta que termine su trabajo. Se despide del pequeño con una caricia en su cabello, y desaparece por la puerta. Comienza a temblar, sabe lo que le espera.
Abre una puerta, lo arrastra adentro. Sucede. Y él llora y le pide que pare. Duele, duele mucho. No es ni siquiera algo misericordioso con él, porque ni siquiera aliviana el dolor. Es solo para su propio disfrute.
Termina, se levanta y se va. Después de un tiempo, tiene que vestirse porque su padre ha vuelto a buscarlo, y sonríe falsamente mientras entran al auto. Vuelve a encontrar a su mejor amigo en el asiento de atrás, lo toma y lo abraza fuertemente, preguntándose si eso iba a terminar alguna vez.
Pero esta vez no puede despertar. Está deseando hacerlo para no tener que ver su pesadilla de nuevo, porque apuesta que está llorando. Sin embargo, la situación cambia, y de nuevo ve al niño. Esta vez está crecido, está teñido de rubio, tiene sus brazos tatuados con unas flamas y su ropa es holgada. Su alrededor se transforma en otra ciudad, otro callejón distinto.
Hay un hombre tomándolo de las muñecas y finalmente lo empuja contra la pared. El joven trata de defenderse, lo patea, pero él simplemente no lo suelta. Comienza a violentarlo, y está teniendo miedo de que ocurra de nuevo. Ya está demasiado frágil y débil frente a él, así que podría hacer lo que quiera. Lucha por gritar por ayuda, pero le tapa la boca. Es muy tarde, nadie puede ayudar…
—¡Quítale las manos de encima! —se escucha gritar a alguien, reconoce esa voz, pero no puede recordar de quién es.
Una sombra aparece entre ellos, y el hombre se ha esfumado. Son ellos dos y están juntos, el rubio está intentado calmarse, respira agitadamente. Siente una mano en su mejilla, y cuando está por levantar la vista para ver quién es, se despierta.
—Maldita sea —exclama en un grito ahogado, se había sentado rápidamente. Respira con agitación, y tarda varios segundos en darse cuenta de dónde está.
Cuando está algo más calmado, gira su cabeza al darse cuenta de que alguien está durmiendo con él. Entra en pánico, pero en un instante lo reconoce. Su cabellera azul se nota por la tenue luz de la luna que entraba por la ventana algo abierta. Al sentir movimiento, se da vuelta y le mira.
—¿Chester? ¿Qué ha pasado? —pregunta, frotándose los ojos para despabilarse— Son las cuatro y cuarto de la mañana...
—Y-yo… he tenido una pesadilla…—confiesa tartamudeando un poco. Se había prometido no mencionárselo, por el simple hecho de que no quería preocuparlo. Se arrepiente de haberlo hecho porque nota que se sienta en la cama junto a él y se acerca un poco, con una mueca interrogante, pidiéndole que le diga que ha pasado.
Se miran por un tiempo, y finalmente tiene que desviar la mirada para comenzar a explicarlo.
—Verás, es sobre… ya sabes. La he tenido durante tres noches —levanta la mirada y ve que está por reclamar algo, así que sigue hablando —no te lo he dicho porque no quería preocuparte. Era todo lo mismo, pero… esta vez cambió… era yo, de repente alguien nos separa y…
Hasta ahí llega su explicación. Cuando mira a su acompañante que no dijo nada al respecto, se da cuenta. Mismas facciones, misma voz. Era él. Él había aparecido en su sueño para salvarlo.
—¿Mike? —pregunta algo asustado de que haya dicho algo malo.
—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? —cuestiona sin mirarlo. Él asiente jugando con la sábana —Bien, yo me acerqué a ti en el instituto y comencé a hablarte de la nada y tú estabas como ‘’quien mierda es este tipo’’ —Chester vuelve a asentir escondiendo una sonrisa —Pues… yo te ‘’salvé’’.
—¿Qué? —la confusión reina en su mente y no hace más que mirarlo interrogante.
—Tu primera semana de clases, antes de salir, te vi. Vi como… te maltrataban y decidí interponerme. Tú seguramente no recuerdas nada porque tenías como mil copas encima —sonrió para sí mismo con su comentario —Pero si mal no recuerdo, no te volvieron a tocar. Y estoy orgulloso de haberlo hecho. Porque eras especial, ¿sabes? Eres especial. Y es uno de los motivos por los que te amo tanto, Ches.
Unos minutos de silencio incómodo se apoderan de la habitación. Mike se dedica a esperar que su novio diga algo, que apruebe o desapruebe su comentario, que pregunte. Algo. Pero entonces levanta su mirada con una sonrisa en su rostro, y el peli-azul se confunde más.
—¿Mike?
—¿Sí?
—Eres mi ángel.
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Hola (?) Bueno, es la primera cosa que subo a wattpad entre todos los desastres que escribí. Subí esto porque no hay ninguna obra Bennoda acá, o por lo menos no en español. Está en parte basada en la realidad y lo demás es un poco de imaginación de fangirl. ¡Espero que les guste!