4. Tratando de escapar

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Seulgi pov:

Miré a Irene buscando una abertura por cada rincón del elevador sin tener éxito alguno. Escapar de aquí iba ser tan nulo como el principio. No íbamos a salir de aquí, sí alguien más no venía a sacarnos.

-No, no puede ser. -dice, volviendo a sentarse en el suelo del elevador. Sabía que se había puesto a pensar.

Pasaron varias horas, quizás, en las que no la molesté. Parecía querer un momento para mantener la calma que por un momento había perdido.

-Lo único que me calma es saber que mis amigos y familia estarán bien. -dice ella, rompiendo el silencio-. Pero no sé si decir lo mismo de mi padre. El tendrá que estar al frente. Yo iba a ir a verlo. Yo debería estar allí con él.

Me puse de pié para poder sentarme a su lado.

-Tranquila. -le dije, tomando su mano. Ella se relajó un poco ante el gesto.

-Este es el peor cumpleaños de toda mi vida. -menciona.

-¿Es tu cumpleaños? -la miré sin creerlo. Ella asintió, pero luego se recostó sobre mi pecho para llorar. Lo único que pude hacer por ella fue abrazarla. Ella calmó su llanto poco a poco.

-Iba a ver a papá, para entregarle está comida. Quería verlo por mi cumpleaños porque nunca se había perdido uno. -dice, sin soltarse de mis brazos. Pasarón varios minutos más estando así en silencio.

-Gracias por salvar a mi familia. Yo te lo debo.

-No te preocupas por eso. -dice mirándome, pero aún sin soltarse. De hecho ahora había extendido sus brazos para abrazarme; una mano por delante y una por detrás de mí torso, para apretar el agarre. Así nos quedamos nuevamente por una o dos horas más o menos.

Yo tenía una mano jugando con su cabello, mientras la otra la protegía. Ahora aparecía tan pequeña y tan indefensa. Contrario al semblante con que la vi hacia unas horas atrás por primera vez. Pareciera que siempre tratará de verse como una chica fuerte, y quizá lo sea para el mundo, pero eso me hace pensar... ¿Quién es fuerte para ella? ¿Quién la protege a ella? Sólo su padre. Y si ella salvó a mi familia, yo debo ser fuerte para ella por su padre.

Apenas unos minutos, luego de pensar, ella reaccionó. Creo que se había dormido.

-Creo que no es buen momento, pero... -comencé a decir-, feliz cumpleaños. -la abracé más y ella lo hizo de vuelta, añadiendo una risita.

-Gracias. -sonrió, al tiempo que se separaba de mí, lentamente-. Creo que llené con un poco de lágrimas tu camisa.

-Está bien. -dije sin preocupación

-¿Tienes hambre? -Volvió a preguntar. Definitivamente ya había pasado mucho tiempo desde que ella y yo desayunamos. Teníamos que comer algo, así que la vi sacar más cosas de la bolsa que tenía tuppers.

-¿No deberíamos guardarlo? -pregunté.

-Esta comida no esperará a mañana, Seulgi, debemos comerla. Aún podríamos guardar algo para la cena, con suerte. -me dice.

Era una lástima, pues ¿cuánto tiempo podríamos pasar aquí? ¿Cuánto tipo firmaremos sin comida? Irene estaba gastando todos sus recursos gracias a que yo estaba aquí. Ella iba a comer menos de una comida que estaba hecha para una persona.

Había insistido en que comiera más de la que yo tenía, pero ella la rechazó para que yo también estuviera saludable.

Me estaba dando cuenta de que Irene era una persona sorprendente. Ella hacía lo que muchos no hacen; que es renunciar a su propios beneficios, salud o vida para salvar a los demás, los conozca o no. Ella está dispuesta a ir en busca de su familia; ella estaba dispuesta a luchar junto a su padre en el ejército; ella está dándome más de lo que apenas tenemos.

Estás acciones me hacen pensar que, sí ella estuviese en el colegio, sería muy popular; y apuesto a que todos querrían conocerla, ser su amiga, o dirigirle la palabra. Con todo ello, supongo que ella sería amable con cada una de esas personas que de le acerque. No cabía duda de que había comenzado a admirar a esta mujer.

Cuando terminamos de comer, nuevamente nos pusimos a platicar de cosas sin sentido para nosotras, para matar el tiempo. Compartimos nuestros gustos, hobbies y toda clase de actividades que nos gustaba hacer. Pero eso solo sirvió para que desarrollará un pequeño crush por ella, pues además de ser hermosa, todas sus cualidades y personalidad también lo eran.

Pasaron todavía más horas, pero ambas ya estábamos muertas de sueño. El celular de Irene marcaban las dos de la mañana, por lo que decidimos dormir y guardar la cena para el desayuno.

-Feliz cumpleaños, Irene. -dije antes de que ella de durmiera al igual que yo.

-Gracias, Seulgi. En verdad me alegra haberte conocido. -me dió un beso en la mejilla, antes de acomodarse mejor debajo de nuestros abrigos. Teníamos que dormir abrazadas si es que no queríamos morir de frío, además la alfombra del elevador ayudaba bastante.

-Descansa. -dije.

-Tu también descansa. -ahora fue mi turno de dejar un beso sobre su mejilla.

Ambas nos quedamos dormidas sin soltarnos en algún momento.

*****


Elevador: El principio del fin (Seulrene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora