Día 385.

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Sus ojos se abrieron de forma automática antes de que su alarma emitiera su característico sonido o que la luz entrara por la ventana; mantuvo la vista en el techo mientras exhalaba y se proyectaba a levantar su cuerpo del acolchado.

Aunque no tuviese ganas.

No tuviese fuerzas...

Pero debía levantarse.

Su cerebro se distrajo con una operación matemática y cuando llegó al resultado se llevó ambas manos al rostro para despejarse los rastros de sueño y el malestar mañanero.

Una exhalación abandonó su cuerpo y llevó una de sus manos a la sábana que le cubría para retirarla y  levantarse, sus pies se posaron en la alfombra y apoyo las manos a los lados de su cuerpo, su cabeza se inclinó hacia abajo, haciendo que algunos mechones de su cabello cayeran por los costados de su rostro, otro suspiro abandonó su cuerpo antes de impulsarse del acolchado y por fin levantarse, miro el reloj en su pared, faltaba menos de una hora para que sonara su alarma y tuviera que levantarse, pero eso realmente no importaba, sabía por experiencia que no podría volver a dormir, ni aunque hiciera ejercicios de respiración o contara ovejas, aunque  tampoco es cómo si quisiera volver a hacerlo, la inconsciencia era un paraje fuera de su control, peligroso e incierto que trataba de evitar lo más posible...

Camino hasta el closet del cuarto, donde en una de sus puertas había un calendario y a su lado una hoja con pequeñas rayas ordenadas en filas de forma horizontal, están todas casi perfectamente alineadas, casi, sus ojos rojos se fijaron en el calendario, era martes, otro martes más, de los tantos que ya habían pasado, 55 martes y contando; se acercó a su escritorio y tomo un lápiz rojo, del cual no era dueño, lo destapó y tacho el día martes, para después dibujar otra rayita en la hoja de al lado, suspiró, como llevaba haciendo desde ese día, y en cada suspiro se iba parte de él, parte de sus esperanzas por encontrarlo, por poder tomar su mano y esta vez sí hacerlo y nunca soltarla.

Kirishima se quedó mirando el calendario un buen rato y solo logró despegar sus ojos de el cuándo su alarma sonó, tapo el lápiz rojo y lo volvió a dejar en su escritorio, tomó su uniforme que reposaba en la silla del escritorio y se cambió su ropa por él, ya con su uniforme puesto procedió a peinarse, pasó sus dedos por su cabello hacia atrás para tomarlo todo con una mano, tomó una liga de su escritorio y se hizo un moño donde amarró todo su cabello bicolor, se miró en el pequeño espejo que tenía colgado en el muro, una mirada rápida, no necesitaba muchos detalles de su apariencia para saber que estaba como la mierda. Otro suspiro abandonó su cuerpo antes de tomar su mochila y salir del cuarto; cerró la puerta detrás suyo y se quedó parado unos segundos, odiando el silencio de los pasillo de los dormitorios, cerró los ojos unos segundos, acostumbrándose a ese ambiente, pero muy en su interior sabía que eso era imposible, todos los días realizaba el mismo ritual y jamás había podido acostumbrarse a ese abrumador silencio porque no era lo propio, no era lo correcto, lo normal...abrió sus ojos y dio unos cuantos pasos hacia la derecha, se detuvo y miro el nombre de la habitación continua a la suya, Shinso Hitoshi estaba en letras negras, ese no era el nombre que correspondía ahí, él lo sabía, el chico Shinso lo sabía, toda la clase A lo sabía; no era nada en contra del inquilino que residía en ese cuarto actualmente, el no tenía la culpa de nada, pero eso no quitaba el hecho de que doliera y molestara. La puerta fue abierta y un chico de cabello púrpura y ojos naturalmente cansados se vio en el marco, Shinso miró a Kirishima.

-Buenos días- saludó cortésmente, Kirishima hizo una leve inclinación de cabeza y Shinso sabía que lo estaba saludando, cerró la puerta del cuarto y pasó por su lado dejándolo solo, porque así era desde hace tiempo, prefería darle su espacio, aunque al principio le pareció un poco perturbador que Kirishima estuviera en las mañanas en la puerta, poco a poco se acostumbró, el chico era inofensivo, no lo hacía con malas intenciones y no planeaba hacerle daño, solo era su forma de lidiar con la situación ocurrida en Kamino hace tiempo.

Alcanzar Tu Mano. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora