Capítulo 4: Una cita.

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—¿De verdad ves tanto a mí pequeña como tú hija que tu cuerpo respondió a ello?- Izuku tragó saliva como por cuarta vez, sentía su garganta muy seca.

Asintió despacio ante la pregunta del rubio, estaban ahora sentados en el comedor de la casa de Katsuki, Eri jugaba en el suelo con unos juguetes.

Mientras que ellos estaban hablando de lo que les habían dicho en el hospital. Ahora Izuku era la madre, no biológica, pero seguía siendo la madre de Eri, una parte de Izuku estaba contento con eso, pero su parte racional le gritaba.

¡No había tenido ni una cita con Katsuki y ya había llegado reclamando su lugar en su pequeña familia!

Si su vida fuera una película como se llamaría, ¿Madre por accidente?, Sonaba justo como le acababa de suceder.

—¿Que harías si te dijera que me mudaré a otro país y me llevaré a Eri conmigo?- el aire en sus pulmones se detuvo por completo.

Miró al alfa con algo de miedo, estaba serio y con los brazos cruzados sobre su pecho. No podía, Katsuki no podía hacerle eso, era su pequeña no podía quitársela.

—¡Te los prohibo, no puedes llevarte a Eri-chan lejos de mí!- no supo en que momento se había levantado de su puesto, golpeando la mesa con sus manos y mostraba sus pequeños colmillos a la defensiva.

—¿Baba?- Eri dejó lo que estaba haciendo para mirar a los mayores, podía sentir el aire de molestía que tenía el peli-verde, daba algo de miedo verlo molesto, eso nunca sucedía.
Katsuki por su parte solo sonrió, confundiendo más al pecoso.

—Tanto la quieres ¿Eh?, ¿Dónde estuviste antes?, Si te hubiera encontrado quizás mi bichito no hubiera sufrido tanto.- Izuku se sintió avergonzado, muy avergonzado, y una parte suya molesta, Katsuki le había echo una prueba.

—Yo la quiero, no pienses en alejarla de mí.- había formado un laso con Eri, si los separaban ambos iban a sufrir bastante. Katsuki solo le sonrió, una sonrisa tranquila y leve.

—No lo haré Deku, y tú ya no podrás escapar de mi tampoco, no te dejaré ir.- Izuku se sonrojó ante esa declaración, supo leer entre líneas. Una mano pequeña jaló su ropa y miró hacia abajo, Eri quería subirse a su regazo.

El Omega alzó con cuidado a la pequeña, la sentó en sus piernas y ella giró rápidamente a sus pechos tocando allí,  ya era su hora de comer, y desde que empezó a lactar no había tocado sus biberones.

Se alzó la camisa acomodando a la pequeña para que pudiera comer comida y tranquila, Eri dió un ronrroneo complacido mientras succionaba su pezón con ganas.

Izuku sintió como el aroma del alfa rubio se volvía pesado, cargado con un poco de excitación, su boca se hizo agua al oler algo de esa manera. Alzó el rostro para ver al rubio, sus ojos rojos eran intensos sobre el, y no se despegaban de sus pechos.

Tragó saliva sintiendo su rostro arder, más que rojo que un tomate maduro. Sabía, en sus estudios sobre los cachorros aprendía de todo ese tipo de cosas, no era un secreto que a los alfas les encantaba la leche materna que daban los omegas.

No sólo su sabor, si no que también era bueno para ellos al ser tan nutritiva,  y sus pechos habían crecido un poco más desde la vez en la que Eri tomó leche por primera vez, y no dejaban de producirla.

Quizás podría hacer algo de lo cual se iba arrepentir mucho después, o si no solo moriría de vergüenza.

Alzó bien su camisa mostrando su otro pecho lleno, Katsuki abrió los ojos ante eso, era una invitación para que el también pudiera probar. El rostro rojo del pecoso se lo podría confirmar, y no quería desaprovechar esa oportunidad, el aroma lo estaba volviendo loco.

¿Mamá?.(Katsudeku./Omegaverse.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora