Bry, un chico introvertido con el anhelo de ser parte de algún grupo, ser deseado por las chicas y que los demás dejasen de aprovecharse de su intelecto para completar sus asignaciones, se encuentra con una entidad que le ofrece 7 deseos y se transf...
"Vamos a cambiar tu rutina un poco." -dice Aleabqariu al encender la radio al ritmo de "Uptown Funk" de Bruno Mars. "Hoy es el día Bry, retomas el control de tu vida. Ahora vete y peínate un poco porque a pesar de ser perfecto, debes mantenerte ja ja."
Me levanté de la cama y todo se sentía tan diferente desde ya. Lo único parecido a mi rutina pasada era que eran las 6 de la mañana. "Elías... eh... Bry, ahora debes cambiar tu actitud. Ya no más timidez, ahora a encender tu ego, demuestra que eres el dueño de todo y de todos. Mírate en cada espejo, alábate, ámate y deséate porque ahora serás el nuevo Mateo de Harvard, solo que versión mejorada por supuesto." -me dije a mi mismo mientras escogía la ropa para ponerme.
"¿Qué piensas de este Aleabaquarius?" -dije mientras posaba frente a él.
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Aleabqariu se me queda mirando muy seriamente y se queda sin decir una sola palabra por varios segundos...
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"Primero que todo, vas a tener que aprenderte mi nombre para que nos podamos llevar bien y no me hagas restarte un deseo de tus preciosos 5 que te quedan. Y el vestuario se ve divino, te ves comible." -dice mientras aplaudía sutilmente.
"Lo sé..." -dije mientras le daba la espalda y me arreglaba el cabello.
"Perfecto, "confidence" alábate un poquito. Nunca está de más. Ahora ve a clases, es hora de que todos vean el nuevo tú. Chao." -dice mientras desaparece en las sombras.
Salí de mi apartamento y agarré mi bicicleta hacia la universidad. De camino un grupo de chicas y chicos que siempre me pasaban por el lado en las mañanas se me quedaron viendo sorprendidos. No los culpo. Al instante deje que mi ego tomara el volante. Rápidamente les guiño un ojo a todos y todas. ¿Porqué no? Que me deseen hasta los hombres.
En unos minutos ya había llegado a Harvard y como de costumbre guardé mi bicicleta en el aparcamiento amarrada de un tubo. Al llegar a la puerta principal de la universidad me dispuse a abrirla con la mejor actitud posible. No pasó ni un segundo para que todos comenzaran a mirarme de arriba a abajo. Comencé a caminar por el mismo centro del pasillo como si nadie me importara sino, yo mismo, como debe ser. Todo este tiempo fui esclavo de todos. Sacrifiqué mi vida por los demás sin recibir aprecio, gratitud o reconocimiento. Toda mi vida fui considerado el patito feo pero, mírenme ahora. Ahora seré yo el abusador, seré yo el narcisista, seré yo el chico malo simplemente para que todos entiendan por el infierno que yo tuve que atravesar.
