Contra el Tiempo [En Proceso]

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Cruel, manipuladora he hipócrita.

Esa son las tres palabras que caracterizaban mi vida antes de llegar a ocupar el cuerpo de Becca.

"Amanda Clark" Ese era mi nombre antes de llegar aquí, aun que los demás me conocían como la mujer sin corazón, ya que en el momento de aplastar a las personas que se cruzaban en mi camino, no me lo pensaba dos veces.

"Amanda Clark" quién llegó a la cima en base de utilizar a otras personas, terminó muriendo de la manera más solitaria que un humano podría morir.

Pero gracias a eso pude experimentar lo que es el verdadero arrepentimiento, me arrepiento profundamente de no haber disfrutado el tiempo con mi familia, que a pesar de todo siempre estuvo enviando cartas a la empresa donde trabajaba intentando ver, aun que sea un pequeño mechón dorado de mi antigua cabellera. Donde se peleaban por tener aun que sea un poco de tiempo conmigo.

¿Pero quién lo hubiese previsto?

En aquel momento no los valore por qué jamás creí que iba a morir, y si pudiera volver el tiempo atrás sin duda alguna lo haría y los escogería a ellos una y otra vez.

Si tan solo me dieran la oportunidad, esta vez haría todo bien.

Mis manos se convirtieron en puños mientras me daba cuenta de toda la realidad, pues muchas veces pensamos que viviremos eternamente cuando en realidad solo hace falta un pestañeo para no volver a despertar. Ya que así es de corta es la vida.

«No tengo nada que perder»

Pensé mientras tomo el bol entre mis manos para arrojar el agua fría en cuerpo de la mucama, quien no tardó en dejar escapar un jadeo lleno de sorpresa en el momento que el agua fría empapo su ropa.

«No tengo nada que perder, porque ya perdí todo lo que tuve y por eso no me da miedo el hecho de reescribir la historia.»

— Escucha — Hable mientras soltaba el bol de metal, causando que un gran estruendo se escuchara por toda la habitación. Mis ojos miraron el techo de manera exasperada mientras peinaba con mis dedos mi cabello hacia atrás — Veo que hay algo que no entiendes.

— ¿Cómo...? — La voz de la mucama salió hecha un hilo al notar que las puertas de mi habitación había sido abierta por Cedrik, el caballero personal de Becca el cual se mantiene a su lado hasta el final, perdiendo su vida intentando protegerla.

— Aquí soy yo la que da las órdenes — Comente, cerrando los ojos antes de volver hacer contacto visual con la mucama. Una mirada gélida fue lo que hizo falta para hacer temblar a esta mujer y también para que ella se percate lo que iba a suceder. —Cedrick — Hable en tono firme sin quitar la mirada de la mujer cuyos ojos palpaban el miedo en sus pupilas. — Llévate a esta mujer al calabozo.

Estaba enojada pero no tan solo con ellos, sino también conmigo misma. Y mientras las personas de la servidumbre llegaban a ver que pasaba, como las ratas curiosas que son. La sirvienta a la que se llevaban al calabozo empezó a forcejear intentando llamar mi atención.

— ¡Amanda! Mi nombre es ¡Amanda! — Grito la sirvienta causando que mis ojos hicieran contacto con los suyos, Cedrick por otro lado ni se inmutó por los gritos de la mujer, simplemente siguió su camino acatando mi orden.

— Detente -— Le ordené, causando que los hermosos ojos cafés de Cedrik me miraran en el momento que llegó a la puerta.

— Por favor perdóneme señorita... — Empezó a hablar Amanda, pero aun así no le preste atención a todo lo que ella me decía, ya que mis ojos se dirigieron a los rostros de la servidumbre que no tan solo miraba de manera curiosa lo que pasaba, sino que también se veían bastante sorprendidos.

Ya que para ellos Becca Bennett jamás habría hecho algo así. Pará ellos lo que estaba haciendo era como un berrinche el cual se me va a pasar en cualquier momento.

— Detente — Le ordené a Amanda quien no dudo en cerrar la boca. — ¿Por qué debería perdonarte?

Mi pregunta causó que Amanda guardará silencio. Por otra parte yo caminé hacia el sillón para colocarme la manta que se encontraba en este, sobre los hombros.

Opciones.

La vida se trataba de opciones las cuales te definirán el como serás para los ojos de las demás personas.

Opciones que te marcan, te definen y te cambian.

Ser buena, mala o villana.

¿Cuál de ellas escogeras?

Mis ojos que estaban centrandos en la pintura de la chimenea, se dispusieron a mirar los ojos suplicantes de perdón de Amanda. Cruce mis brazos antes de caminar hacia ella y sonreírle con dulzura.

De las opciones que tenía decidí...

— En tu estadía del calabozo, te lavaras con agua fría, te darán comida rancia o a veces simplemente no te la darán — Empecé hablar cuando me detuve frente a ella, a la vez que mi mano dejaba uno de los mechones empapados de Amanda detrás de su oreja — No tendrás con que cubrirte por las noches, y por cada grito que hagas los guardias te azotaran.

Decidí ser villana.

Por qué tan solo me faltaron tres muertes para darme cuenta de todos los abusos que Becca Bennett sufrió por parte de la servidumbre. En mi estadía en este cuerpo comí comida rancia, me bañe con agua fría, si me quejaba me pegaban, es así como Becca tuvo que vivir toda su vida en la tercera mansión del territorio del Gran Duque Arthur Bennett.

Quien ha ignorado las lágrimas y lamentos de su hija toda la vida, quien a pasado de ella cuando estoy segura de que ella solo buscaba su amor y comprensión. Porque solo me faltaron tres muertes para darme cuenta de la negligencia que tuvo el duque con su propia hija.

No había dudas, pero tampoco había pruebas. Y esas pruebas las tendré que conseguir de una manera u otra.

Y mientras Cedrik se llevaba a Amanda directamente al calabozo, mi mente divagaba si este altercado llegara a los oídos del gran duque Bennett, quien es el héroe del reino pero un villano para mí.

Este libro tiene tantas caras ocultas y yo, me encargaré de destruir cada una de ellas.