𝓤𝓝 𝓤𝓛𝓣𝓘𝓜𝓞 𝓐𝓓𝓘𝓞𝓢

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El choque del hierro era lo único que se escuchaba en aquella lúgubre mansión, aunque aquel incesante sonido no tardo en acabar, de una de las habitaciones salió apresurada una mujer tan palida que lucia muerta, su cuerpo, cubierto de un espeso líquido negro que dejaba un rastro tras de ella, el unico ruido era el de su agitada respiración y sus tacones aproximándose a un espejo, el cual atravesó de inmediato. Una vez lo traspaso, su panorama cambio al del reino de los vampiros, las puertas del castillo no tardaron en ser abiertas para ella, después de todo no le podían negar la entrada a su Reina.

Una vez dentro la mujer no tardo en llamar la atención de los sirvientes y familiares que se encontraban ahi, los cuales, alarmados por su aspecto y el arma en su mano no le negaron el acceso a la sala del trono donde estaba su lider y el poco amado esposo de la peliblanca.

- Karl! Karl!- grito desesperada hacia la única persona ahi presente, quien no tardo en ponerle atención, pero al verla en ese estado se teletransporto a ella de prisa.

- Mi amada Darya! Que te sucedió?!- Se detuvo a examinar todo su cuerpo con preocupación, ella era su objeto más valioso después de todo. -Esa sangre no es tuya, su olor es horrible, dime Darya de quien es esta sangre que está en ti?

¡-M-Me traicionaron!- apretó con enojo sus manos haciendo que sus nudillos cambiaran levemente de tono-! Esos malditos bastardos intentaron asesinarme para quitarme mi puesto!! Esos demonios se atrevieron a levantarse contra la única heredera de la familia real del clan!

Un suspiro solo salió de los labios de aquel hombre, su tiempo se hacia acabado con ella a su lado, pues si la habían atacado directamente era porque su suegro debía ser asesinado por su mujer, así ella podría sucederlo como la siguiente regente del clan demoniaco.

¿- Sabes quien fue? No puedes matar a los pecados que se te crucen en tu camino, lo sabes bien querida...- con cuidado de no alterarla más, la atrajo a su pecho, la peliblanca no tardo en atraparlo en sus brazos tratando de tranquilizar su respiración.

-Claro que lo sé... Quien me traiciono fue la Avaricia... ¡Mammon! Ese bastardo se atrevió a mandar a unos de sus demonios a intentar acabar conmigo, fue solo una advertencia de que mi tiempo estaba contado...- Apretó aun más su agarre en el más alto, ella era el orgullo y la soberbia misma, no podía dejarse pisotear por su inferior.

- Tu padre es débil ahora, noto tu poder aumentar cada vez más, incluso tu presencia aquí es más pesada que de costumbre y ni hablar de tu sabor...- Sin cuidado tomo su antebrazo para morderlo tomando algo de su sangre, por su parte ella ni siquiera se inmutó.- Ahora es más dulce que antes.

- Me ire por la mañana a reclamar lo que es mio por derecho... Y quemaré a Mammon en luz divina si es necesario- Se separó de su pecho para verlo a los ojos.- Me despediré de ellos antes de partir, no sé cuando pueda volver o si tan siquiera pueda hacerlo.

•El tomo su barbilla mientras le sujetaba la mirada, sabía que le pediría algo, y que le sería imposible negarle algo a su primera esposa: Darya Sakamaki...•

-Mi ultima petición antes de irme...- Acercaba lentamente sus labios a los de Karl, hasta quedar a centímetros de que se tocaran y una vez ahí le susurro- Las quiero muertas a todas cuando vuelva.- Sin más unió sus labios con los de su marido antes de desaparecer en cenizas.

- Sin más unió sus labios con los de su marido antes de desaparecer en cenizas

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•Darya no tardo en aparecer nuevamente en su habitación, viendo que ahora todo estaba limpio y sin ningún rastro de la anterior pelea, sabía de quien era obra, pues tampoco estaban varias de sus pertenencias ahi, seguramente ya estaria todo en el mismísimo infierno.

Se dio un baño rapido para quitar aquel molesto líquido de su piel y se cambió a un nuevo vestido, una vez término dio un pequeño suspiro al verse al espejo, no podia ignorar su aspecto después de todo ya no podia esconder aquellos enormes cuernos que adornaban su cabellera. Suspiro nuevamente quitando la vista del espejo, acercándose al balcón que daba vista al gran jardín de la mansión, allí estaban sus pequeños niños jugando juntos, se alegraba de que las tres mujeres estuvieran ocupadas en sus propios asuntos para evitar perturbar esa paz que tanto le gustaba.

No tardo mucho en bajar al jardín ganandose la atención de todos los pequeños de inmediato, no dudaron en correr hacia ella para abrasarla, el primero en ser cargado contra su pecho fue su amado Shuu, quien gustoso se acurrucó entre su cuello para que ella pudiera corresponder a sus hermanos.

¡- Madre!! Te ves más hermosa el día de hoy!- el pequeño Kanato le sonrió enseñando a su peluche- Teddy piensa lo mismo!- Darya no pudo evitar reír revolviendo el cabello de cada uno.

- Mama esta aquí para contarnos una historia?- pregunto Reiji mientras acomodaba sus lentes pues se le habían desacomodado al correr, sus hermanos asintieron emocionados.

- No mis pequeños, hoy me temo que solo puedo decirles algo muy importante...- Su mirada se posó en cada uno de ellos, bajo a Shuu de sus brazos y una vez que toco el piso extendió ambas manos para que las tomaran.- Acompáñenme a un lugar secreto vampiritos.

•Una vez que ambos mayores tomaran cada uno las manos de su madre, sus hermanos menores tomaron las de ellos respectivamente, frente a ellos un portal se hizo presente y sin dudarlo entraron en el.•

¿-Madre- jalo la falda de su vestido levemente, Subaru- A donde vamos?

¡- Los llevaré a mi lugar favorito en toda la mansión! Es un lugar secreto asi que no digan nada- hizo un ademán en su boca para que guardara el secreto, el menor asintió e imito su mismo gesto.

¡- Mariposas! A Ore-Sama le gustan mucho!- el pequeño Ayato solto la mano de su trillizo para correr detrás de ellas, habian llegado a su jardín oculto.

Darya solto a sus hijos de la mano, todos salieron corriendo apreciando aquel lugar, en el centro habia una hermosa capilla donde sin esperar más, camino sentándose en el último escalon, una vez los pequeños la vieron fueron a sentarse al rededor de ella. El silencio reinó nuevamente, la ojiverde no sabía que decirles.

- Mama se tiene que ir verdad?- Laito fue el primero en hablar, sabía que ese triste semblante no le pertenecía a su querida madre.

- No digas tonterías Laito, Madre no se iría así como así.- Un Reiji molesto se hizo presente negándose a lo que el pelirrojo había mencionado.

- Me temo que esta vez Laito tiene razon...- los pequeños abrieron sus ojos con sorpresa, se negaban a aceptarlo y eso fue algo de Darya noto.- Me ire apenas amanezca, debo reclamar lo que es mio para poder estar tranquila con ustedes.

- Entonces nosotros iremos contigo para protegerte!- Subaru grito con sus pequeños ojitos cristalizados, el resto asintió con seguridad, pero estaban igual o peor que el peliblanco.

- Por más que quiera llevarlos conmigo, no puedo... A donde voy no es seguro para mis hijos.- Abrio sus brazos esperando eso, y no tardo en pasar pues varios kilos cayeron sobre ella reteniéndola, negandose a su partida, pues quien los cuidaría de esas arpías?- Volveré lo más pronto posible, tendrán a su bella madre con ustedes pronto, no notaran ni siquiera que me fui.

ninguno de los Sakamakis respondió solo apretaron más el cuerpo de la mujer, después de varias horas no se habian movido de esa posición, los trillizos y Subaru habian caido rendidos de sueño, mientras que Shuu y Reiji siguieron hablando con la ojiverde, asi duraron hasta que el amanecer se hacía presente, Darya levanto a todos los pequeños quienes la miraron con tristeza, pero si ella se tenía que ir era por algo importante, y ante todo le tenian mucho respeto por lo cual retenerla no era una opción. Darya beso la cabeza de cada uno de ellos y una vez el sol toco parte de su cuerpo se despidió.

- No tardaré, su Padre los cuidará bien, a cada uno de ustedes.- Su piel no tardo en empezar a convertirse en cenizas y una vez estaba a punto de partir alcanzo a decir.- Esta no es una despedida, pero aun así no olviden que, los ama Mamá.- Su cuerpo desapareció al instante dejando a los pequeños solos una vez más.

•𝕹𝖚𝖊𝖘𝖙𝖗𝖆 𝖁𝖊𝖗𝖉𝖆𝖉𝖊𝖗𝖆 𝕸𝖆𝖉𝖗𝖊•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora