Capítulo 1

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Miraba con aburrimiento su ventana, no tenía nada que hacer por el momento. Y no podía ir a ver su mejor amiga, porque la muy desgraciada había encontrado ya a su mate, ¡la mayoría lo había encontrado!, ya sea en manadas vecinas, en la misma manada ¡o incluso en el pueblo de los raros humanos!

Pero ella era una de los que no. Aunque estaba aún joven, y verdaderamente disfrutaba su soledad, repudiaba la idea de tener que depender de alguien para sentirse completo, o siquiera para defenderla.

Ella podía sola, así como lo había estado haciendo.

—Deja de gruñirle a la ventana, Kaki, tienes 24 años, ya no eres un cachorro—Se burló su hermana menor sentada en su cama.

Y como no sabía que estaba ahí, soltó un chillido y tomo la primera cosa que encontró para lanzarcela a su hermana.

—¡Por Dios, Sofía!—Reclamó la castaña molesta escuchando las carcajadas de su hermana.

—¡Debiste haber visto tu cara!—Carcajeó la teñida imitando el rostro de su hermana.

—¡Sofía!—Rechinó los dientes mirandola con molestia.

—¡Vamos amargada, la ventana no te ha hecho nada!—Le lanzó una almohada golpeando el rostro de su hermana.

Con molestia, tomo la almohada con la que fue golpeada y se la lanzó a la rubia empezando así; una guerra de almohadas.

Sus carcajadas resonaban por toda la planta, el sonido de sus golpes y caídas únicamente hacía bufar a su madre, quien estaba ligeramente cansada de tener a aquellas niñas revoltosas. Ambas aparentaban ser tímidas y frágiles, pero con tan solo decir que la mayoría de la manada estaba intimdada por la mayor, y bueno, Sofía era otro caso no tan diferente, a pesar de que ella no era tan gruñona como su hermana, sus bromas pesadas tenían a todos temblando.

Las hermanas Cabello era un completo desastre.

Frotaba sus sienes murmurandose paciencia, pero de un segundo a otro hubo silencio. Subió la mirada con alerta y sin esperarse a otra señal, se apresuró a subir las escaleras, pero apenas piso los primeros escalones, un fuerte estruendo se escucho seguido de un chillido y un gruñido.

—¡Camila y Sofía Cabello!

Exclamó desesperada corriendo por las escaleras, y en ese momento agradecía haber pertenecido a la guardia principal, en segundos llegó a la habitación donde provenía el ruido y abrió encontrando a su hija mayor colgada del techo boca-bajo, su pie estaba amarrado a una cuerda que recorría parte del techo de la habitación. Sofía reía carcajadas sujetando el extremo de la cuerda mientras fingía perder fuerza y la dejaba caer.

—¡Ahh estoy débil, creo que... Caerás!—Sonrió con malicia soltando la cuerda provocando un fuerte chillido en la mayor, la cual desesperada trato de detenerse pero su cuerpo se sacudió cuando la cuerda volvio a ser firme estando ella a milímetros del suelo.

—¡Sofía Cabello!—La teñida paró de reír al ver el rostro furioso de su madre, quien sujetaba la cuerda que impidió caer a su hermana.

—Ay madre de Dios, sigo viva—Balbhcró la castaña, quien fue descendida esos milímetros con lentitud hasta que ella misma se tiro boca-bajo al suelo revisandose cada parte de ella.

—Ay... Hola mami—Rio nerviosa la muchacha viendo como su mamá avanzada a ella—Oh vamos Sinu...

En ese momento, las hermanas Cabello supieron que estaban perdidas.

—No les dire nada—Ambas jadearon y se voltearon a ver sorprendidas—Pero tenemos que ir a una reunión, el alfa nos dara un aviso.

Sin decir más, salió de la habitación dejando a aus hijas paralizadas, la castaña se removió ante el escalofrío y se levantó, siendo ayudada por su hermana, quien prefería ayudarla fingiendo que nada pasó a que después la chica hormonal se le lanzará encima.

Mía para siempre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora