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En el bullicio de un parque donde jugaban niños, había una niña, sobre una rama gruesa de un árbol, leyendo un libro, sin prestar mucha atención lo que ocurría a metros de ella

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En el bullicio de un parque donde jugaban niños, había una niña, sobre una rama gruesa de un árbol, leyendo un libro, sin prestar mucha atención lo que ocurría a metros de ella.

Un ronroneo de un gato la saco de sus pensamientos, un gato negro estaba mirando el plano de los juegos del parque, la niña miro al gato y este le devolvió la mirada, logrando que la niña mirara hacia donde estaba observando antes el felino.

Vio un grupo de 3 niños, molestando a una niña rubia con un oso de peluche, haciéndola retroceder acercándose sin saberlo a la otra niña, que los estaba observando.

-Tu nombre es ridículo-dijo el niño más alto del grupo, soltando una carcajada- igual que ese oso que tienes.

La niña rubia se la veía que tenía los puños cerrados sosteniendo con ambas manos su oso, que le había regalado su hermano, mientras que los niños, que la estaban queriendo acorralar, seguían dando pasos hacia adelante, bajo la mirada de la niña pelirroja, tenían aires de superioridad por ser más altos que ella,

-Mírala, parece que quiere llorar- se reía el niño que los acompañaba- no se puede defender.

La niña ojos color miel, si sabía defenderse, había aprendido lo básico de artes marciales por su abuelo, pero no lo había usado para defenderse, en especial contra un grupo, hasta ese momento.

Sobre el árbol, la peliroja suspiró mientras cerro el libro que estaba leyendo, resignada de que la hayan interrumpido, estaba por decirles que vayan a otro lugar a pelear, pero se dio cuenta que debajo del árbol, un niño quería tirarle del pelo, a la niña rubia.

No dejo los segundos pasar, y salto sobre él, derribandolo bajo la mirada de los otros niños, cuando uno de sus compañeros iba a objetar algo, la niña le tiró el libro que leía, minutos antes, en el rostro, mientras que le tiraba tierra al tercero.

Rápidamente se levantó del niño, atontado con el rostro en el piso, agarro la mano de la otra niña para salir de allí y el niño que había derribado la tomo del tobillo del pié.

Ganándose una patada, no muy fuerte pero efectiva, de la niña con su oso de peluche, logrando que suelte a la otra y logren su cometido de correr.

Corrieron de la mano, por dos cuadras, hasta dar una vuelta a la esquina, para tomar aire, y observar si las seguían aquellos niños que molestaban.

-Gracias- agradeció la niña rubia, aferrada todavía a su oso, con una cálida sonrisa- me llamo Emma.

La otra niña volteo a verla, inspeccionandola con la mirada.

-Me debes un libro- le respondió la niña pelirroja, cruzándose de brazos, bajo la mirada de su ahora amiga- me llamo Yami- mascullo soltando un suspiro, recordando su libro-

-¡Seamos amigas!- felizmente dijo Emma, bajando las miradas a las rodillas de la contraria- te lastimaste, déjame ayudarte, mí hogar queda cerca, allí puedo curarte tu raspón.

-No gracias, estoy bien.

-Eres igual de terco que mí hermano- decía mascullando- acompáñame, es lo mínimo que te debo, son unos minutos.

Yami al ver qué la niña no iba a parar de insistir, hasta que diga que si, acepto con una sonrisa delicada.

Yami al ver qué la niña no iba a parar de insistir, hasta que diga que si, acepto con una sonrisa delicada

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Emma y Yami, ahora con una curita con cara de osos, estaban jugando y corriendo afuera de la casa.

-¿Que es eso?- preguntó Yami escuchando un estruendo, proveniente de un lugar parecido a un dojo.

-Es el dojo de mí abuelo, enseña artes marciales- dijo con orgullo- ven, vamos a ver-

Emma agarro la mano de Yami, dirigiéndose hacía el dojo abriendo un pequeño espacio en la puerta, suficiente para poder espiar un poco, sin ganarse el reproche de su abuelo.

Yami miro facinada como niños y jóvenes, daban patadas y puñetazos entrenando.

-Genial...- murmuró asombrada.

Un niño azabache despeinado, con un claro aspecto a un salvaje, según Yami, repartía puñetazos y patadas a su contrario felizmente.

-Es una bestia...- dijo susurrando.

-Él es Keisuke, es un poco... ¿Salvaje? - dijo Emma haciendo reír a la pelirroja.

El niño al escuchar una risa, busco con la mirada quien la producía, encontrándose con los ojos de Yami.

Ambos se miraban con curiosidad, hasta que el niño hizo una media sonrisa, con aires de grandeza, haciendo sonrojar y sacarle una carcajada a la niña.

El entrenamiento fue parado por el anciano, que estaba dando clases con entusiasmo, para darle fin a la clase.

-Ese es mí hermano Mikey-dijo Emma con una gran sonrisa, señalando a un rubio, que se acercaba hacía su amigo.

Los niños estaban conversando, hasta que el azabache las señaló y ambos fueron hacia ellas.

Los niños miraban con curiosidad a la pelirroja, que estaba junto a la Sano.

-¿Y tu quien eres?- dijo nada sutilmente el azabache.

-Es una niña- le dijo al oído el rubio a su amigo, como si hubiera descubierto algo impredecible.

-Es mí amiga- Emma dijo orgullosa.

-Me llamo Yami- dijo la pelirroja con una sonrisa.

-Soy Manjiro- dijo el rubio.

-¡Y yo soy Keisuke!- exclamó alegremente mostrando sus colmillos, el alborotado pelinegro.

-Vayamos a jugar a las atrapadas- dijo Emma tocando a Mikey, empezando el juego.

Los niños empezaron a correr felizmente, por todo el jardín de los Sano, bajo la mirada de el hermano mayor de los Sano, a escondidas de su abuelo, preguntándose cómo serian en unos años, que camino tomarían, riéndose en lo bajo, de las imágenes que van a su mente.

Los niños empezaron a correr felizmente, por todo el jardín de los Sano, bajo la mirada de el hermano mayor de los Sano, a escondidas de su abuelo, preguntándose cómo serian en unos años, que camino tomarían, riéndose en lo bajo, de las imágenes q...

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𝓚𝓮𝓮𝓹 𝓖𝓸𝓲𝓷 | 𝓑𝓪𝓳𝓲 𝓚𝓮𝓲𝓼𝓾𝓴𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora