Capítulo 11.

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Kyuhyun se sentó detrás de su escritorio, el nuevo que había comprado después del ataque de Min , y tomó otro sorbo de su whisky. Deseaba poder beber hasta emborracharse, pero quería estar alerta, en caso de que pasara algo con el bebé.

El bebé, ahora había algo que le daba otra razón para tomar otro trago. Iba a ser padre. Cuando se apareó con RyeoWook, ni siquiera tenía idea que esa podía llegar a ser una posibilidad. Ahora que lo era, seguía en estado de shock.

Dejó su bebida en el escritorio y luego acunó su cabeza entre sus manos. Ni siquiera lo había disfrutado, cuando RyeoWook compartió las noticias con él. Despojó a su pareja de eso y dejó una herida abierta y ensangrentada en su lugar.

La había jodido tanto, que RyeoWook nunca iba a perdonarlo. Le costaba tragar debido al rechazo. Nunca iba a perdonarse a sí mismo. ¿Cómo es posible que siquiera comenzara a pensar que RyeoWook lo traicionaría? Eso no iba con su personalidad.

Simplemente había saltado a esa conclusión, cuando fue confrontado por el anuncio de RyeoWook. ¿Qué decía sobre él, que en lo primero que haya pasado por su cabeza, fuera la traición? ¿Qué decía del mundo en el que vivía?

Llevaba días, tratando de hallar una forma en la que RyeoWook estuviera de acuerdo con verlo. Había enviado regalos, todos habían sido devueltos. Había rondado fuera de la puerta de RyeoWook. Incluso había llegado a dormir en el sofá del pasillo, en caso de que este necesitara algo en medio de la noche.

Era patético, y lo sabía, pero no podía pensar en ninguna otra mejor forma, para llegar a RyeoWook, además de forzar su entrada y exigiéndole que hablara con él. Kyuhyun se rió entre dientes y apoyó su cabeza en el respaldo de su silla. ¿Tal vez esa era la única forma de proceder?

- Adelante.

Dijo, cuando alguien golpeó la puerta del estudio. Sabía que no era la única persona a la que realmente quería ver.

Minho entró, con una mano detrás de su espalda.

- Tengo algo para ti.

Frunció el ceño y se sentó más derecho, ante la perversa curvatura en los labios de Minho. Movió sus labios nerviosamente.

- ¿Qué?

Minho le entregó una pequeña bolsa, hecha con retazos de cuero trenzado. Tenía más colores que los que pensaba que había en el arcoíris. Lo tomó, confundido, y notó inmediatamente que estaba pesado. Había algo adentro.

Su curiosidad echó raíces. Desató la bolsa y se asomó para ver su interior. La luz de la habitación hizo brillar algo plateado. Metió la mano y sacó el artículo, sorprendido de encontrar un brazalete en su mano.

- Es un brazalete con dijes.

Dijo Minho.

- Eso noté.

Y era cierto.

Coloridas cuentas decoraban el brazalete. Las reconoció, como las cuentas que había escogido cuidadosamente en la tienda. También había escogido los dijes que le había dado a RyeoWook, pero no el que colgaba del brazalete.

Lo sostuvo en la luz, para conseguir un mejor vistazo. Cuando lo hizo, una risita se escapó de su boca. Era el primer sonido de alegría que había proferido en días. El dije que colgaba del brazalete era pequeño y blanco y tenía la forma de un conejito.

- ¿Va a verme?

Alzo sus ojos hacia Minho, esperanzado. Sintió que su deseo caía en picada, cuando Minho negó con la cabeza.

- No, todavía no. - Minho sonrió. - Pero no falta mucho.

Minho comenzó a regresar hacia la puerta, deteniéndose, cuando le dio una mirada por sobre su hombro.

김려욱 [KyuWook] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora