CAPÍTULO I.- DANIEL

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29 de mayo de 2020. Madrid

"Pfff estoy deseando que termine esta clase, esto es muy difícil y no me entero de nada... ¡Espera un momento!, ¿y la profesora?"

- La profesora tiene cara de preocupada - interrumpió Emma repentinamente en los pensamientos de Daniel. Emma era una de sus mejores amigas. Su pelo oscuro como el carbón y su mirada azul verdosa la hacían diferente al resto de los alumnos.

- Parece que está hablando con alguien- respondió Hugo.

- Creo que es el director- opinó Iván. Los hermanos García, Hugo e Iván, eran como dos gotas de agua, incluso a sus amigos les costaba diferenciarlos. Ambos tenían una melena de color castaño y unos ojos color avellana y lo único que los diferenciaba es que Iván tenía una minúscula peca detras de la oreja derecha.

El director y la profesora entraron a la clase, ésta era de color azul y tenía una estética amplia y colorida con mesas circulares donde se sentaban los niños. Mientras la maestra de los alumnos era una mujer delgada de figura delicada, con un pelo rubio y largo que estaba demasiado peinado, como si hubiese estado pasando el cepillo durante horas, el director era un hombre con una dentadura totalmente blanca pero sus labios eran delgados y viejos, y estaban tan arrugados y gastados como el pantalón que llevaba puesto. A ambos se les veía muy serios. Los alumnos se quedaron en silencio y expectantes del comunicado.

-Chicos, hasta nueva orden las clases quedan suspendidas, id saliendo que vuestros padres os están esperando.- comunicó el director del colegio.

Agitados, los niños comenzaron a hablar entre ellos.

- ¿Cómo? ¿nos vamos ya a casa?- preguntó confundido Kohaku. Este era el último integrante del grupo de amigos, se caracterizaba por sus rasgos asiáticos, su peculiar corte de pelo y por pertenecer a un antiguo linaje Japonés muy tradicional.

- ¿Y la hora de lengua?- cuestionó Iván.

- ¡Qué más da! Nos vamos a casa, ya tocaban unas vacaciones- dijo Daniel animado.

- Sí, qué guay, pero... ¿no os parece muy extraño? y... ¿en qué momento han avisado a nuestros padres? - intervino Emma mostrando un rostro de preocupación.

Los niños salieron de clase.

"Joder ¿por qué ha tenido que venirme a buscar mi padre?", pensó Daniel al ver a su padre a lo lejos mientras bajaban las escaleras. Era un hombre alto, de unos cincuenta años. Tenía el cabello castaño, con algunas canas, y una nariz delgada y afilada. Sus ojos se veían cansados y arrastraba a cualquiera que los mirara hasta las profundidades de un mar oscuro. Tenía unas pocas arrugas en la frente y en los párpados. Realmente Daniel se parecía a su padre pero él se negaba a admitirlo.

Los amigos de Daniel también vieron a sus padres, quienes casualmente se encontraban hablando entre ellos en un amplio círculo. Cuando los niños llegaron a su alcance éstos se callaron y cambiaron su actitud, dejando de mostrar preocupación, mostrando en sus rostros una gran sonrisa. Además, los padres hicieron comentarios para despreocupar a sus hijos, como "¡Qué guay eh, unos días de fiesta!", "¡Vaya sorpresa eh!" animandolos. Al ver esto, los cinco niños se tranquilizaron y ante la normalidad del momento, preguntaron si podían ir a la cancha a jugar como solían hacer habitualmente al salir de clase, a lo que los padres se negaron rotundamente, añadiendo que cada uno se tenía que ir a su casa. Los niños se miraron extrañados entre sí, preguntándose qué pasaba, pero, obligados a montarse en los respectivos coches, no les dio tiempo a cruzar palabra.

Una vez dentro del vehículo, antes de que pusiera el coche en marcha, Daniel se giró hacia su padre y en tono desagradable y con una mirada de desprecio le preguntó si podía conducir, a lo que este le respondió con una mirada desafiante que creó un silencio incómodo entre ambos, que no volvieron a cruzar palabra en todo el viaje de vuelta a casa.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2021 ⏰

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