Era una mañana como otra cualquiera. Bueno... en realidad esta tenía algo distinto al resto, no se si era por el olor a café que todas las mañanas llegaba a mis fosas nasales del bar que hay junto mi apartamento, que hoy era más fuerte que de costumbre, o por el mensaje que me aguardaba en la bandeja de entrada del teléfono. Pero por ese mensaje mi vida cambiaría para siempre.
Eran las 8:45 a.m. y tenía que prepararme para afrontar ese día, igual que el día anterior y como tendría que ser el siguiente. Me estaba auto-convenciendo de que mi vida no era patética y repetitiva para levantarme de la cama. Al final, la solución más rápida era girar en la cama hasta caer al suelo y del golpe desperezarme para empezar con mi día.
Desde el suelo me apoyo en la cama y me levanto para vestirme. Cuando llego al armario y miro mi reflejo me asusto. Mi pelo, que normalmente era de un rubio casi blanco, ahora estaba completamente despeinado y, extrañamente, teñido de muchos colores. Me asusté porque esperaba ver mi pelo en su rubio natural, no recuerdo haberlo teñido.
Me froto los ojos para cerciorarme de que, en verdad, es de colores.
-¿Qué coño hice anoche?-Me pregunto en voz alta-¿Qué hice?
Voy hasta el baño y, sin mirarme en el espejo, me meto en la ducha.
Estoy tan alterada por el hecho de que no recuerdo lo que pasó anoche que no me doy cuenta de que aún llevo puesta la ropa que al parecer llevé ayer y no me quité.
Me intento quitar el vestido por la cabeza pero al estar completamente empapado es misión imposible.
Empiezo a tirar fuerte y escucho un sonido rasgado. Me paralizo al momento e intento entender que es ese sonido. Cuando me doy cuenta de que el sonido salió del vestido me rendí.
-¡MIERDA!-grito y me dejo caer al suelo de la ducha apoyando la espalda en la pared. -¿Po-por qué y-yo?- Sollozo al legar al suelo.
Con el agua fría cayéndome sobre la cara, me quedo ahí lo que podrían ser 5 o 20 minutos y me intento tranquilizar.
-Avril, tienes 16 años, no puedes ponerte a llorar en la ducha porque se te rompe el vestido al quitártelo- Me digo a mi misma- venga, levántate y termina de ducharte que se te hace tarde.
Hago caso a mi consejo y me levanto, me quito lo que queda del vestido y lo tiro a un lado en la ducha.
Salgo de la ducha, cojo una toalla y me la envuelvo al rededor del cuerpo, agarro el cepillo y me lo paso por el pelo.
Cuando termina de secarse, voy asta el armario y me miro a los ojos fijamente.
-Que rara estás con el pelo de colores- Me digo ante el espejo
Unos segundos después caigo en la cuenta que no recuerdo nada de lo que pasó ayer. Mientras me visto intento recordar lo que ocurrió pero como antes, no recuerdo nada.
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inesperadamente amigos
Humor¿Podrías enamorarte y fingir que no ha pasado nada? No estés tan segura/o.