Isaac llevaba días lidiando con tener el sueño muy ligero, podía pasar horas dando vueltas en su cama y en su mente, sin siquiera sentirse adormilado.
Esa noche, llegó la cereza del pastel para su insomnio; los ronquidos de su hermana. Pudo soportar el ruido un par de minutos, pero a medida que se esforzaba por ignorarlo, este parecía revelarse y aumentar.
La adoraba, pero maldijo el momento en que sus padres decidieron mudarse a aquel departamento "Madreado" en el cuál debía compartir una litera con ella.
Intentó despertarla; "Sandra" "Sandrita" insistía una y otra vez, en susurros que gradualmente pasaron de la suavidad a la desesperación. Agarró su almohada, dispuesto a aventársela en la cara, apoyó una mano en la orilla de su colchón y con la otra lanzó el misil. Al caer, este provocó un patético sonido apagado, impactó sobre una cama vacía. Al echar un vistazo, colgándose como un mono y notar al fin que todo ese tiempo nadie había estado ahí, el corazón comenzó a martillearle el pecho, se le escapó un "No mames" que comenzó a repetir una y otra vez en un frenesí de murmullos agitados, mientras sacudía la cabeza y con el estómago hecho un nudo, salía a buscar a su hermana.
—Sandra—le llamó luego de haberla encontrado en la sala.
—¿Qué pasó?
—No mames, yo creo que sí hay fantasmas o algo así en este pinche lugar, sí o no que hasta tú le dijiste a papá que aquí se sentían, eh ¿Cómo era? "Unas vibras muy extrañas" o sabe qué ¿Verdad?Ella le destinó una sonrisa juguetona con un dejo de malicia.
—¡Ay! ¡Sandra! No es broma. Deveras tengo miedo.
—Ah, pero ahí andabas ¿No? Que si "Pinche loca" "Ay Saaandraaa ¡Cómo te inventas cosas!" Llora pues, menso—remató con una risita.
Él chasqueó la lengua y cruzó los brazos—Ay, neta cómo eres de vengativa siempre ¿Eh?A sus espaldas, escuchó a su madre llamándole en un tono dulce, le pedía que ya se fuese a dormir. Él refutó que era injusto, que su hermana igual tendría que levantarse para ir a la escuela al día siguiente, y también se estaba desvelando.
—Sí, mi vida, yo ahorita también regaño a Sandra, vete yendo tú.
—No, espérame.
Lo envolvió en un efusivo y cálido abrazo—Ya sé que eres un grandulón, pero tu papá y yo te vamos a dar chance para que estés tranquilo ¿Quieres venirte a dormir con nosotros?—Entonó con dulzura maternal.
—¿Deveras?
—Sí, yo te oí, le dijiste Sandra que tenías miedo.El chico estiró los brazos para rodearla de vuelta, apoyando la cabeza sobre su hombro. Teniéndolo ahí, ella comenzó a darle caricias y a sesesar con afecto y ternura, como quien busca reconfortar a un bebé.
—Ya, yo estoy aquí, mami está aquí contigo ¿Sí? Tranquilo, tranqulito mi vida.
—Mamá ¿Por qué estás llorando?
—Nada, no pasa nada, ya vámonos a dormir—Se ayudó del dorso de una mano para retirase las lágrimas y usó la otra para darle palmaditas a Isaac, animándolo a alejarse de ahí. Apagó la luz de la sala y suspiró agotada.Si bien, el terapeuta le había dicho que el de su hijo era uno de los casos de alucinaciones luctuosas más "Especiales" con los que había tratado, la negación al principio, sería parte natural del proceso. Sobretodo si había tenido con la difunta un lazo tal como la hermandad.
Pd: Recuerda que se trata de un relato, así que esta es la única parte. Puedes seguirme y volver aquí por una historia completamente nueva: Cada viernes a las 2:00pm (Hora Ciudad de México)
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Mil gracias por leer.
