Primer recuerdo

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Pisé con titubeo el suelo de mármol del pabellón de Secundaria. Era mi primer año en aquel instituto y básicamente no tenía ni la mas remota idea de a dónde tenía que ir, y, como era típico en mí, ya iba tarde. Eso significaba que cuando encontrara mi clase, si la encontraba, tendría que dar explicaciones de por qué llegaba atrasada, y, la verdad, no quería compartir en voz alta que me había estado peleando con el secador de pelo al que le habían entrado ganas de extrangularme por alguna extraña razón.

Avancé por las encrucijadas a toda velocidad doblando hacia un lado, hacia el otro y siguiendo recto, hasta que, en un aula que había dejado atrás, oí una voz exclamar:

-¡Roxan Rim!

Isofacto, di un giro de ciento ochenta grados y golpeé con fuerza la puerta con la mano para que mi cuerpo no impactara contra ella. Levanté la otra mano, jadeante.

-Aquí, señor.

Aunque estaba apoyada sobre mis rodillas recuperando aire, pude ver entre mi pelo cómo el alto, flaco y calvito profesor se recolocaba la montura de sus gafas y chasqueaba la lengua, apuntando "Presente" en su folio.

-Siéntese -murmuró con cierta reticencia- Ahora me cuenta el motivo de su tardanza.

Mierda.

Bueno, pensé, al menos no tengo que compartirlo con el resto de la clase.

Avancé entre las filas hacia el único pupitre que quedaba libre, al final del todo. Coloqué mi casi vacía mochila morada en el respaldo de la silla y me senté en ella, frotándome las sienes. Genial, era mi primer día y ya, cien por cien, tenía un profesor en mi contra. Fantástica manera de empezar.

Oí un siseo a mi derecha.

Giré levemente la cabeza y me topé con una chica menudita con el cabello rubio ceniza recogido en una coleta alta y unos impecables ojos color avellana con pequitas en la zona alrededor de la nariz que le aportaban un aspecto más infantil. Me tendió una mano y sonrió.

-Me llamo Ameliè Follett.

-Yo...bueno, ya lo has escuchado: Roxan Rim -me presenté estrechando su mano.

La sonrisa se amplió en su rostro dejando lucir su aparato de ortodoncia.

-Bienvenida al instituto Saint Paul, Roxan.

-Igualmente, supongo -respondí apartándome un mechón de pelo del rostro.

                             ............

-Y ese es Paul Barman -dijo Ameliè señalando a un chico alto de pelo castaño rizado- No es que sea muy perseguido por las chicas, pero digamos que está en el Top 10.

Ya eran las once de la mañana y tocaba descanso de media hora para tomar un desayuno de media mañana. Ameliè se había ofrecido a enseñarme lo poco que ya conocía del instituto y a que la acompañase a descubir lo demás. Yo no tenía con nadie más con quien ir, y, de todas formas, nunca viene mal saber donde estudias.

-Barman -repetí el apellido del chico sorprendida- Ahora no me vayas a decir que su padre es camarero que me muero aquí mismo.

-Nop, de hecho es un importante empresario en no-sé-qué empresa súper prestigiosa o algo así.

-Pues, para ser nueva, tienes a todo el mundo fichado.

-Mis amigos estaban aquí antes -dijo encogiéndose de hombros- De hecho, acércate que te los presente. Son todos muy majos, ¿eh?

La Hija de la CazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora