Capitulo 1

22.5K 279 12
                                    

¡RESPIRA Y CORRE MÁS RÁPIPO!- gritó una voz en mi cabeza.- ¡ES TU VIDA LA QUE ESTÁ EN PELIGRO! 

Llevaba cerca de una media hora, moviéndome desesperadamente por un espeso bosque, tratando incontrolables veces de encontrar una vía, un río tal vez, alguna pista que me ayudase a descubrir el lugar en donde estaba, o al menos una señal de donde yacía el norte o sur para así poder ubicarme. 

En un momento dado los había perdido por cerca de quince minutos o más bien ellos me habían perdido, pero ahora podía sentirlos nuevamente detrás de mí moviéndose ágilmente cada vez más de prisa para así alcanzarme; podía escuchar sus respiraciones entrecortadas junto con el sonido de la hierba al ser pisoteada, y juro que a través de la oscuridad podía ver sus ansias macabras por recuperarme pero no iba a permitirlo. Estaba llena de valentía y coraje, pero más que todo, estaba decida a escapar. Y a pesar de que la adrenalina había tomado el control de mi cuerpo, dando como resultado el bombeo constante y acelerado de sangre por mis venas, era palpable el miedo que acechaba cada espacio de mí ser aplastando así poco a poco la fe que un ser humano puede poseer.

Nunca me había puesto a pensar en lo que sentían los animales al ser acorralados y cazados vilmente, pero algo me decía que aquello que estaba viviendo en ese momento era muy parecido a ello. Y es que para ser claros me había convertido en un animal que tenía que correr para sobrevivir, así que, con los pies hinchados seguí golpeando el deteriorado suelo sintiendo los cortes y pinchazos como resultado al estar descalza, mientras que el frío aire de la noche hacía de las suyas colándose por mis adoloridas rodillas haciéndolas temblar, pero no me importó. Pude sentir el sudor recorrer completamente mi columna vertebral e ir un poco más allá. 

Ignoré todo ello. 

Como también ignoré el inmenso dolor de las heridas externas e internas que se hacían presentes en cada parte de mi cuerpo provocando múltiples espasmos. 

Obligué a mis piernas a moverse como nunca antes lo habían hecho. Mis pulmones ardían de tanto esfuerzo por llenarse de aire rápidamente y las lágrimas nublaban mi visión, por no mencionar que las ramas de los árboles golpeaban innumerables veces mi rostro desorientándome por completo. 

Al final el miedo de ser atrapada rebosó mi cordura haciendo que en un acto reflejo me detuviera completamente. Parándome en seco, giré todo mi cuerpo quedando unos metros frente a mis agresores que seguían el camino hacia donde estaba y sin pensarlo disparé varias veces. No me di tiempo para analizar sus expresiones, en lugar de eso retomé mi escape. 

Después de todo no me iba a dar por vencida, terminaría muerta o lograría huir; aunque esperaba que me tocase la segunda opción porque en realidad nunca había vivido y por primera vez quería hacerlo.  

-Me dio-escuché gritar a uno de los tres agresores y mentalmente aplaudí por ello.-La zorra me dio-. 

-Maldita sea, acabaré contigo-farfulló el otro. 

Entonces, como si el cielo aún tuviera piedad de mí divisé a lo lejos una carretera. Podía ver como uno que otro auto pasaba por ella, y concluí que después de todo no estaba lejos de la civilización. Ellos notaron de lo que me percaté y maldijeron audiblemente.

-¡Hey, ayuda!-grité esperanzada sin dejar de correr pero aún no estaba lo suficientemente cerca para que alguien me notara.

Avanzando perdí el equilibrio y caí, pero así de rápido como caí me levanté con mis perseguidores pisándome los talones. 

Vi como un auto avanzaba, sabía que podía interceptarlo así que con todas mis últimas fuerzas volví a girarme y nuevamente disparé. Vamos, no era estúpida, era consciente que ya casi no me quedaban balas, pero las gastaría todas si fuera necesario. 

Finalmente mis pies tocaron el frío pavimento en donde aún no había cruzado el auto pero estaba cerca. Tanto que había una probabilidad de que pasara de largo sin tomarme en cuenta pero yo no iba a dar opción a eso, había luchado tanto por la libertad y no iba a dejar que se me desvaneciera en el aire así que parándome en media carretera abrí un poco mis piernas y agarré la pistola con ambas manos apuntando hacia el frente. 

No creía en la suerte, sin embargo, una parte de mi esperaba que esa noche tuviera una dosis de ella porque después de todo no quería morir. 

Quería tener suerte. 

Quería vivir. 

Sobra decir que mi piel se erizó y todos mis vellos se pusieron de punta al darme cuenta que esa noche terminaría diferente. Esa noche no habría dolor, ni golpes, ni llanto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 11, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Volver A Tí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora