Only mine

913 101 286
                                    

—¡Feliz navidad, niños!

—¡Santa!

—¿Han sido buenos este año?

—¡Claro que sí! —Contestaron los infantes al unísono mientras miraban soñadoramente la gran figura de blanco y rojo.

—Ya veo. En ese caso... ¿Saben lo que significa?

—¡Yo sé, yo sé! —Respondió la mayor, pero antes de que pudiera seguir fue interrumpida por su hermano menor.

—¡Significa que nos darás regalos!

—¡Así es! —Revolvió cariñosamente el cabello de su segundo hijo y le sonrió con calidez— ¿Por qué no van a ver lo que hay debajo del árbol de navidad? Seguro habrá algo para ustedes.

—¡Sí!

    Los dos niños corrieron lejos de Santa y se apresuraron a ir hacia el comedor donde se encontraba el gigantesco árbol atestado de luces y esferas brillantes. A sus espaldas, ambos padres los siguieron mientras miraban a la distancia sus rostros angelicales pasar de la impaciencia a la euforia. Sus ojos adquirieron un brillo especial en cuanto abrieron el primer regalo.

—¡Es un... Es un camión de bomberos!

—Así es, Sota, y es para ti solito —acotó su madre tras de sí.

—¿De verdad?

—De verdad.

—¿Y a ti, Kagome? ¿Qué te trajo Santa? —Preguntó el señor Higurashi a su hija mayor mientras la veía apartar los últimos retazos del papel de regalo— Dime, ¿qué es?

—Me trajo una muñeca... ¡Papi, es la muñeca que yo quería!

—¿Lo dices en serio? ¿La del centro comercial que me pediste el otro día?

—¡Sí, esa misma!

—Vaya, entonces Santa debe ser realmente bueno averiguando lo que te gusta —susurró mientras se reacomodaba los anteojos con perspicacia. Por poco y se quedaban sin stock. Un solo minuto tarde y no habría logrado comprarle ese regalo a su retoño—. ¿Y qué vas a hacer con ella? ¿Quieres que tome el té con tus otros juguetes para que los conozca?

—Sí, voy a...

—¿Me la prestas?

    El sonido de la voz suplicante de su hermano pequeño hizo que padre e hija voltearan a verlo. Sota aún mantenía su juguete de bomberos fuertemente agarrado en una de sus manos mientras la otra se extendía en su dirección, pidiéndole que le prestara su juguete.

—No, Sota —reprendió su padre—. Tú ya tienes el tuyo, este es el juguete de Kagome.

—Pero quiero que su muñeca conduzca mi camión —explicó sin dejar de mirar de forma anhelante a la mujer de plástico con cabello rubio y un pomposo vestido rosado—. Mi camión no tiene conductor.

    Kagome notó la forma en que su padre volvió a reacomodarse los anteojos y fruncía ligeramente el ceño. Estaba por ponerse firme y los labios compungidos de Sota solo anunciaban su inminente llanto. La niña miró la muñequilla en sus manos. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salieron, en cambio, extendió su juguete hacia su hermano menor.

—No, está bien. Puedes jugar con ella, Sota. Yo jugaré... Más tarde.

—¿De verdad?

—De verdad.

—¡Gracias!

    Kagome solo asintió en su dirección y vio cómo su hermano menor se alejaba con ambos juguetes entre sus manos.

Only mineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora