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Girasoles.

Lizzie solía recordar vagamente que Sebastián le regalaba girasoles cada que cometía un error en su relación, cuando peleaban, al día siguiente ya habría girasoles en su puerta, cuando olvidaba su cumpleaños o algún otro evento importante (su aniversario), el siempre mandaba girasoles, porque solía decir que era la clara muestra de su amor y de su arrepentimiento por haber sido un imbécil con ella.

Por eso mismo, cuando esta mañana su asistente entra con una docena de girasoles relucientes y frescos para ella, Lizzie siente una furia increíble crecer en ella, porque sabe que El es la única persona en el mundo en ser un desvergonzado y un total imbécil para regalarle aquello, como si esperase que eso resolviera los problemas y el enojo que Ella siente hacia su El.

-Sia, ¿Quién demonios mando esto?

Su secretaria traga saliva con evidente nerviosismo, la chica de ojos castaños parece realmente apenada con esa situación.

Su mirada cae un par de veces al suelo, antes de suspirar y ver directo a los ojos de su jefa. Aquellos furiosos orbes azules que ahora no hacen más que destellar en fuego ardiente.

-Sebastián Doherty, señorita- Es apenas un susurro su respuesta, pero es captada con claridad por la otra rubia-. Te juro que yo no quería, el me amenazo para hacerlo. Tu sabes que nunca haría algo tan bajo como esto. El dijo que le daría muy malas referencias a mi decano, sabes que yo no puedo perder mi beca en estos momentos- Lizzie asiente, sintiendo que el sentimiento de traición se esfumaba. Era obvio que Sia jamás la traicionaria de esa manera, la chica había trabajado pasa ella desde antes de su relación con Sebastián, cuando apenas tenía dieciséis años y fue obligada a irse de casa al embarazarse de un imbécil que no quiso hacerse cargo de su hija. Hope y Lizzie habían tomado la responsabilidad de Ella y se habían encargado de darle un buen empleo con un gran sueldo para que pudiera continuar sus estudios y poder sacar adelante a su hija.

-Esta bien, Sia- Lizzie suspira, con su vista fija en los girasoles-. Por favor llevale eso a la señorita Sofía, seguro le alegrará el día tenerlos.

Su secretaria asiente rápidamente y se dirige a la salida, donde Lizzie puede observar a otras dos personas entrar.

-Señorita Blair, señorita Cooper- Saludo Sia, haciendo una pequeña reverencia hacia las otras dos chicas, quienes imitaron su acto. Dominique Cooper fue la primera en entrar a su oficina, pasando sus verdes ojos saltones por todo el lugar, para luego mirarla a ella con una expresión de curiosidad.

-Reconocería esos malditos girasoles de disculpa hasta en China- Declaró Blair, mirando como Lizzie rodaba los ojos-. Ese hijo de perra no debería ni siquiera intentar pensar en ti.

Lizzie se encogió de hombros, lo que menos quería era hablar de su idiota ex novio.

-No, no debería- Respondió-. De todos modos, no es que me queje de que estén aquí, pero ¿Por qué han venido?- Pregunto, señalando a Blair con el dedo-. Creí que tu estarías en el almuerzo con los Le'Rue, y tu- Ahora señaló a Dominique-. ¿Que tu no estabas en Francia?

Dominique tomó asiento, en el sofá de la oficina.

-Alguien me dijo que Hope tenía una nueva novia y quise venir a conocer a la afortunada, es importante conocer a las arpias que andan tras mi santa y hermosa jefa- Blair rodo los ojos y sonrió un poco, no creía las mentiras de su amiga, pero sabía que era mejor no presionarla.

ALMA GEMELA, AMOR DE MI VIDA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora