Voluntarios

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—Bien, muchachos. Comencemos con esto. 

Un hombre viejo y de poco cuerpo pisa pesadamente el corredor, aspirando un cigarro gris. 

Y por mas que su rostro reflejara pasividad, como cualquier otro viejo de la época, su voz y su mirada solo daban a entender que prefería estar muerto. 

—Nombre completo.  

Tiran de la cola de rata de la mesa de comando, un hombre más joven que el anterior enciende los micrófonos en la sala de grabación mientras pronuncia una a una las preguntas, hace una expresión de asco cuando el anciano reposa los pies en su máquina de trabajo. 

—Martín González Hernández-Pérez. 

—Ivan Smirnov Brangiski. 

—Alfred Williams Jones-Smith. 

—José Manuel González Rodríguez. 

—Ludwig Müller Beilschmidt. 

—Antonio Fernández Carriedo. 

—Ricardo Daniel Sánchez García-Martínez. 

—Miguel Alejandro Mendoza Prado. 

—Yao Wang Zhào-Lǐ.  

—Luciano Lima-Pereira Da Silva.  

«¿Nacionalidad?» 

—Buenos Aires, República Argentina. 

—Moscú, Federación de Rusia. 

—Washington D. C., Estados Unidos de América. 

—Santiago de Chile, República de Chile. 

—Berlín, República Federal de Alemania. 

—Madrid, Reino de España. 

—Ciudad de México, Estados Unidos Mexicanos. 

—Lima, República del Perú. 

—Pekín, República Popular China. 

—Brasilia, República Federativa del Brasil. 

«Ocupación principal» 

—Astronauta.

—Astronauta.

—Astronauta.

—Astronauta.

—Misión.

—MarT

—2

—C

—2

—Astronauta. Misión MarT2-C2.

«¿Por qué te ofreciste como voluntario?» 

Se suspende el ruido, hay un tiempo de espera entre las respuestas, una dubitación entre heroica y lamentable antes de alzar la cabeza y responder. 

Antes de alzar la cabeza y enfrentar. 

—Siempre me encantó ayudar a resolver problemas, donde sea que estuvieran. 

—Bueno, alguien tenía que hacer algo, ¿no? 

—No me gustan los cobardes. 

—Por este mundo de mierda. ¿Qué creen? 

—La Luna era genial de pequeño, pero Marte... Sí, ha estado esperando a por nosotros. 

—Hemos perdido suficiente. 

—Siempre lo he pensado, hay un 90% de posibilidades de tener éxito. 

—Solo voy para hondear la paz. 

—Desde la primera vez lo hemos sabido: Nuestras posibilidades son ilimitadas. 

«Señor Prado. Le repetiré la pregunta: ¿Por qué razón se ofreció como voluntario?» 

—Me abstengo. 

Y observaban con asco, viéndolos como insuficientes, a unos más que a otros. Mencionando pregunta tras pregunta como máquinas repugnantes, preprogramadas para endurecer la expresión mientras hierven náuseas en sus bocas al sentir interés. Adentrándose como cuervos hambrientos en sus desoladas cuencas, queriendo saber hasta el último detalle de ellos, para tener algo que recordar de aquellos que se estaban sacrificando; por culpa, por pena, sentimientos de pocos, sentimientos efímeros de una hipocresía eterna, porque lo mismo sintieron con los primeros. 

«Recibirán como seudónimo el nombre de la nación de su origen, en nombre de los que perdimos».  

Y aún así. 

Aún así seguían alimentando a la sociedad. 

Asegurándose de que tengan alguna mierda para llenar sus más hambrientas formas. 

—He aquí: ¡Los Voluntarios! 

La gente grita eufórica a sus salvadores. En las calles les aplaudían, en las iglesias les rezaban.

Y para dar el golpe final. Para que esta lombriz insaciable finalmente se largue llena y contenta de un platillo dulce y frío... 

«Necesitamos que confirmen que van a voluntad». 

—Voluntario. 

—Voluntario. 

—Voluntario. 

—Voluntario. 

—Voluntario.

—Voluntario.

—Voluntario.

—Voluntario. 

—Volun... 

—Creo que ya es muy obvio, ¿No?

—Dígalo, señor Pereira. 

Ruedan los ojos, juntan los pies para no verse tan mal para cuando la cámara se enfoque. 

—Voluntario. 

Ocultaron el insulto, el disgusto, los secretos y todo lo que manchara la transmisión que estaba a los ojos del mundo.  

El truco estaba en hacerles creer que el plato estaba pulcro. 

𝙼คгร [TodosxPerú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora