Las fechas puestas inicialmente han sido modificadas para el beneficio de esta obra.
—"Síes", "Noes"—
El juguete resbaló de entre sus mantequillosos dedos; no, no se rendiría, tomó nuevamente la pequeña pelota y la golpeó débilmente contra el suelo, ahora, tal vez, no escaparía de sus manos.
El volumen de la pantalla se volvió estruendoso por la noticia que se transmitía, robando, además de un susto y una sorpresa, la completa atención del menor. Soltó y dejó olvidada la pelota, mientras estiraba su brazo derecho buscando alcanzar la pantalla.
"—Han pasado dos años desde la trágica..."
Su padre apagó la pantalla, cortando las palabras del noticiero casi con miedo. De detrás del mueble, al mayor se le había ocurrido aparecer, aquel en el que el menor recordaba haberlo buscado incansablemente. Lo observó sorprendido, con los ojitos más expandidos de lo normal. Después de no haberlo encontrado, su pelota de juguete le había resultado más atractiva que la búsqueda de su padre.
—¡Pa...! —Intentó pronunciar.
El padre sacude los hombros, riendo grave.
—Ven acá, pequeñín...
El hombre alzó al niño en brazos, el niño soltó infantiles carcajadas al volar y mecerse entre los brazos de su padre, quien lo acompañaba con imitaciones graciosas y raras.
El resto de su familia apareció cuando cruzaron la puerta de la sala, entrando a la cocina. Sus primos y el resto de los más chicos del lugar eran los más emocionados, cantaban a coro el inicio del conocido "Feliz cumpleaños", seguidos de sus tíos y padre, acompañados de la, aunque débil, dulce voz de su madre.
—¡Mamá! —El bebé se queja, estirando sus brazos en dirección a la mujer.
—¡Hey! Cuidado, no te desesperes. —Colocando con cuidado al menor en el regazo de su madre, besó la mejilla de su esposa.
—Hola, mi amor. —La mujer lo levanta cuanto puede, jugando con su bracillos—. Ya estás grande, ¿verdad, diablillo? —Juntó su nariz con la del bebé y besó con ternura sus mechones rojizos—. Oye, ayúdame pues, ¿esperas una invitación?
El señor soltó una sonora carcajada, acostumbrado a los regaños tiernos de su esposa; no obstante, luego sonrió con tristeza disimulada y, empujando la silla de ruedas, dirigió al par de madre e hijo más cerca a la mesa en donde el resto de su familia los acompañaba con sonrisas y, en el fondo, nostalgia escondida.
—Ay, ya, quiten esas caras. Esto solo es temporal, no me voy a morir —la señora de la casa se quejó, al tiempo que se burlaba de las caras de su familia, aligerando el ambiente—. A ver, ¿quién empieza?
—Qué la dama nos haga el honor.
La mujer, sonriendo aún con los labios resecos, aceptó el pedido y comenzó con el canto.
Momentos después, sin rechisto ni molestia, los demás acompañaron el canto suyo y el niño aplaudió contento.
El ruido era tranquilizador pero, el mismo, poco a poco y sin darse cuenta, comenzaba a ensordecerlo. Regresaba a la realidad con rapidez estresante, con aplausos y otros sonidos bulliciosos que aún no identificaba, desubicándolo.
—¿Perú, cierto?
—Correcto —contestó, sonriendo—. ¿Norte, verdad?
—Sí —respondió, con una sonrisa imperceptible dibujada sobre labios.
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𝙼คгร [TodosxPerú]
Aléatoire𝑴 | Y al perderlo, decidió cumplir solo, la promesa que se prometieron cumplir juntos. *** Se les llamaba Los Voluntarios, un insignificante grupo de personas que se of...