Se supone que no es así como me conocerías y te hablaría, se supone que así no iba a ser, lo que planeé fue totalmente diferente a esto, nadie mencionó que esto podría ser de esta forma. ¡Demonios! ¿qué te digo después, cuando despiertes? No puedo decirte que te he estado persiguiendo todo este tiempo y que tenía un plan ejecutado para hablarte ese día y que debería haber funcionado a la perfección de no haber sido que no te fijaras en el auto que se aproximaba a ti y que, por ninguna circunstancia te pudo esquivar. Me siento agobiado por haber presenciado esa escena y suficientemente estúpido como para saber que pude haberlo evitado si te hubiera hablado antes de cruzar la calle que te llevaría a esa cafetería a la que tanto te gusta ir. Quiero que sepas que bajo ninguna circunstancia te dejaré ir, nunca más te perderé de vista y nunca más en tu vida voy a permitir que algo malo te suceda, sólo despierta y te lo haré saber, recupérate y haz que esto funcione, te lo ruego. Despierta..., por lo que más quieras-observo su pálido rostro que se cierne bajo una eterna tranquilidad cubrida de moretones en sus mejillas y a un costado de su sien derecha, apoyo mi cabeza en su hombro y dejo soltar un gran respiro, inconciente de mi falta de aire. Tomo su cálida mano derecha y la sujeto con fuerza, esperando que estreche voluntariamente sus dedos contra los mios, o al menos que emita alguna respuesta proveniente de su cuerpo ante tal contacto. Nada sucede, en vez de eso, escucho el constante pitido que produce el monitor de signos vitales, acaricio sus nudillos entre mis dedos y con mi mano desocupada procuro mover sus dedos de modo que queden torpemente entrelazados entre los mios. Me quedo mirando y grabando en mi memoria lo hermoso que se ven sus delicados dedos contra los mios, prometiendo en mi mente que haré esto por el resto de mis días, sé que puede sonar prometedor, pero esto es lo primero que quiero hacer luego de levantarme y antes de ir a la cama. Se los juro por Dios.
