Mercedes Ledesma:
Los rayos del sol en mi cara, hicieron que mis ojos se abrieran lentamente, miré el lado en la cama de Adolfo vacío, no había venido a dormir como lo prometió y yo me quedé dormida de tanto esperarlo, una nueva decepción, que a estas alturas del partido no me duelen solo me molestan, han sido tantas promesas sin cumplir que ya me acostumbré.
Miré el reloj, eran las 7:30 AM, me levanté de la cama, mi día no había comenzado nada bien, pero fui al baño, me di una rápida ducha, y al salir, fui al vestidor, me puse un vestido negro, ajustado al cuerpo y con un escote delantero que dejaba muy poco a la imaginación, hoy es mi día de hacer enojar a Adolfo.
Salí de mi habitación, me encaminé al comedor, dónde me esperaban mis dos hijos sonrientes:
- Buenos días mis amores - dije dándole un beso en la cabeza a cada uno.
- Que bella mamá, ¿A dónde vas así? - pregunta Carolina.
- A dónde más mi amor - replicó - al trabajo.
- Uyyy, mi papá muere de un infarto cuando te vea así - dice Gabriel y todos sonreimos.
Terminé me desayuno, y me encaminé al casino, comencé a trabajar allí hace un par de meses, cuando Adolfo recibió el atentado, y decidió que era mejor que nos vinieramos a vivir a la ciudad.
- Señora Mercedes, buenos días - saluda el portero - miré - me da unas flores - esto, el señor Adolfo me pidió que se lo entregara cuando usted llegará aquí.
- Muchas gracias - dije cogiendo las flores - que tengas lindo día - entre en el casino, me detuve, cogí una tarjeta que estaba entre las flores, la abrí y leí <Perdóname por lo de anoche, ven a la oficina>
Apresure mi paso para llegar a la oficina de Adolfo, desde la que maneja toda la parte legal y financiera del casino, de su casino. Unos segundos después abrí la puerta de la oficina y entré:
- Meche - dijo sonriente - que bueno que llegaste.
- Eres un estúpido - dije tirándole las flores en la cara.
- ¿Mercedes, que te pasa? - dijo furioso.
- Eso quiero saber yo Adolfo, ¿Que te pasa?, Crees que con unas simples flores y una miserable tarjeta vas a solucionar el dejarme plantada, otra vez - dije subiendo el tono en estas últimas dos palabras.
- Meche - dijo bajando el tono - yo se que así no solucionaré tu enojo pero... - no lo deje terminar.
- Ah ¿Enojo? -- dije aún más furiosa - no estoy enojada Adolfo Altamirano - yo lo que estoy es decepcionada, un poco más cada día.
- Meche - dijo agarrándome de la cintura quedando muy cercas los dos - discúlpame Meche, entiende, Minerva se puso
- Minerva, Minerva, Minerva - dije soltandome y caminando hacia atrás - siempre Minerva, ¿Que le pasó esta ves, eh? - dije fijando mi mirada en él.
- Mercedes, basta - dijo alzando la voz - estoy tratando de explicarte, entiende, Minerva se puso mal otra vez, la depresión la tiene mal, y ayer solo lloraba y lloraba, y yo no la podía dejar sola.
- Sí, ajá y ¿Que más? - dije haciendo reproches - que casualidad que siempre le dan esos bajones cuando tú - lo apunte con el dedo - vas a dormir a mi casa - dicho esto sali furiosa de la oficina, no quería seguir escuchándolo.
- Pero Mercedes - sentí que gritó, miré hacia atrás pero no salió de la oficina.
Una vez estuve en la sala principal de juegos, la recorrí de una punta a la otra, comprobando que todo estuviera en orden y marchara bien.
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Completamente tuya
FanfictionÉl faltó a su promesa, ella le reclama y va en busca de darle celos ¿que pasará?