ᴘʀᴇᴍɪᴇʀᴇ ꜱᴏɪʀᴇᴇ

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Era verano del año 1871 en Paris, Melissa, la figura más representativa de la época, se encontraba en la estación de trenes esperando a alguien, no estaba totalmente convencida de que podría reconocerla al verla, pero igual suponía que la otra persona sí podría reconocerla a ella.

Ella esperaba a una muchacha pueblerina, esta no mucho tiempo antes le había enviado unos cuantos versos con la intención de poder recibir su crítica y de que la ayudara a viajar a aquella ciudad.

Incluso tras sus dudas anteriores ella fue capaz de suponer a quién estaba esperando apenas la vio bajar del tren, una muchacha desaliñada que llevaba apenas una pequeña maleta pero que fingía bastante bien un intento de refinamiento, era ella.

— ¿SeoBin? — cuestionó al ver como la menor se acercaba hacia ella, como pensaba la había reconocido.

— Esa soy yo señorita Phantomhive — respondió con su dulce voz confirmando las sospechas de su mayor.

— Bien, me alegra que hayas llegado sin contratiempos — Tras estas simples palabras se puso finalmente en marcha.

No tuvo que ayudarla con sus cosas ya que solamente llevaba un poco de ropa y un poema, al llegar la presentó con su pareja así como con varias de sus importantes amistades, aquella chica a sus ojos tenía un inigualable talento, se hubiera arrepentido de no haber aceptado recibirla en París.

Según la propia Melissa Phantomhive aquella señorita podía describirse como alguien que tenía el rostro de un angel desterrado,  despeinados cabellos y ojos inquietantes, este último detalle fue especialmente visible para ella.

Durante la cena ella no puso especial atención a las preguntas de sus mayores respondiendo estas apenas, parecía más concentrada en la gastronomía parisina, algo que les pareció extraño a todos pero que podía atribuirse fácilmente al hecho de que la gastronomía no era para nada así dentro de su pequeño pueblo.

En esas tres semanas Melissa salía seguido con SeoBin, las conversaciones entre ellas se convirtieron en un placer indispensable para la mayor, se sentía como si al lado de aquella acompañante pudiera regresar a su juventud, algo que no había sentido en mucho tiempo, especialmente no con su actual pareja.

Melissa ya no podía creer que verdaderamente tenía una pareja, un hijo y en general una vida hasta el punto en que estaba, era como si se hubiera convertido en alguien diferente en ese corto periodo de tiempo, pero SeoBin jamás había asegurado que aquello sería eterno, ella nunca había asegurado nada en ningún sentido, las cosas que perseguía eran claramente diferentes.

Pronto estas dos se convirtieron en amantes, algo que sucedió prácticamente como si de esa manera hubiera sido planeado por el destino, las cosas evolucionaron hasta llegar a ese punto mientras que ambos se encontraban, SeoBin disfrutaba de estar en aquel lugar y Melissa disfrutaba de SeoBin, nadie podría decirse quien fue la que enamoró a la otra o exactamente como lo hizo, pero Melissa pronto encontró un nuevo color para su vida.

Por una parte SeoBin era una joven talento, acostumbrada a los halagos y a la admiración, por la otra Melissa era una figura prominente, claro que estaba acostumbrada a lo mismo que su amante.

Elle était fort déshabillée
Et de grands arbres indiscrets
Aux vitres jetaient leur feuillée
Malinement, tout près, tout près.

Assise sur ma grande chaise,
Mi-nue, elle joignait les mains.
Sur le plancher frissonnaient d’aise
Ses petits pieds si fins, si fins.

– Je regardai, couleur de cire
Un petit rayon buissonnier
Papillonner dans son sourire
Et sur son sein, – mouche ou rosier.

– Je baisai ses fines chevilles.
Elle eut un doux rire brutal
Qui s’égrenait en claires trilles,
Un joli rire de cristal.

Les petits pieds sous la chemise
Se sauvèrent : « Veux-tu en finir ! »
– La première audace permise,
Le rire feignait de punir !

– Pauvrets palpitants sous ma lèvre,
Je baisai doucement ses yeux :
– Elle jeta sa tête mièvre
En arrière : « Oh ! c’est encor mieux !

Monsieur, j’ai deux mots à te dire… »
– Je lui jetai le reste au sein
Dans un baiser, qui la fit rire
D’un bon rire qui voulait bien…

– Elle était fort déshabillée
Et de grands arbres indiscrets
Aux vitres jetaient leur feuillée
Malinement, tout près, tout près.

𝙰𝚗𝚎𝚖𝚘𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora