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Fic escrito y entregado el 25/08 como regalo para el cumpleaños de mi estimadísima ASLaLaStark  

(Como nota curiosa me gustaría aportar que la inspiración para el título de la historia proviene de la canción "Year of the cat" de Al Stewart. Canción que recomiendo fervientemente escuchar durante el transcurso de la lectura)


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«Los niños grandes no lloran.» Son las últimas palabras que le dedica la mujer que lo concibió antes de atravesar por el portal de su modesto hogar, maletas en brazos, y nunca más regresar. Kuroo a veces recuerda el desagradable sabor de la combinación entre sus lágrimas saladas y los mocos, diluyéndose en una mezcla homogénea rumbo a su boca, y piensa en lo penoso que debe haberse visto para que la persona que llamaba madre ni siquiera dudara en voltearse a darle un último vistazo antes de marcharse definitivamente de su vida.

Diecinueve años después, con el rostro escondido entre sus piernas, brazos cruzados apretando su estómago, y las palmas sudadas, Kuroo se pregunta si algún día volverá a poder materializar espontáneamente su angustia como entonces lo había hecho su yo de seis años, antes de que las cuatro palabras mágicas de esa persona, como una poderosa maldición, se lo impidiesen. En su lugar, su mente ahora se postraba ante el caos absoluto, rehén de ataques que se negaba a encasillar en simples términos. Englobar tan sencillamente sus emociones se escuchaba como un burdo insulto y ciertamente, dadas las circunstancias, no se atrevería a hacerlo. Prefería por otra parte reconfortarse a sí mismo repitiendo en su cabeza, una y otra vez como una mantra personalizada, que así era como funcionaba el ciclo de la vida.

Inhalando y exhalando incesantemente, liberó por último la inocente pieza de tela correspondiente a su camisa, de la cual había estado ferozmente aferrado por una cantidad de tiempo que no podía especificar con exactitud, cuando la energía lo abandonó y se vio en la obligación de relajar los puños, pues estos ya se le estaban poniendo blancos debido a que la sangre había comenzado a dejar de circular correctamente. Tanteó con las manos por el angosto banquillo en su intento por coger fuerza, propulsarse para incorporarse, corregir su postura, e intentar así mostrar una fachada digna. No obstante todo su esfuerzo resultó frustrado en tanto que las náuseas le provocaron arcadas y su expresión se tornó en fehaciente reflejo del dolor por el que estaba atravesando.

Apartándose más centímetros hacia el lado opuesto de Kuroo, la persona que había tomado asiento junto a él desvió la mirada por lástima y se propuso a acallar los ladridos del pequeño can que descansaba en su regazo. Kuroo agradeció tácitamente el gesto, aprovechando el espacio que le habían cedido para separar las piernas y entre ellas quedar cabizbajo. Lo último que necesitaba era desmayarse y causar una escena en un establecimiento privado.

 Lamentablemente para él el pequeño alivio que pudo llegar a sentir fue efímero y no tuvo opción más que reincorporarse cuando le llamaron la atención.

— ¿Está seguro que no quiere que le sirvamos algo? —preguntó la secretaria de la clínica, consternada por la palidez que el otro exhibía.

—No, se lo agradezco —logró formular Kuroo antes de que las náuseas lo atacaran nuevamente—. Ya están viniendo a recogerme.

La mujer regordeta de facciones amables no estuvo convencida en lo absoluto, pero ante la rotunda negativa por parte del otro no pudo hacer más que asentir con tristeza y regresar a su puesto detrás del mostrador, brindándole así mayor privacidad al cliente, como tantas otras veces había tenido que hacer muy a pesar de su naturaleza empática; veterana jubilada con extensa experiencia como albéitar y todo, nunca se le facilitó la tarea de disociar sus sentimientos de su labor. Había visto incontables familias derrumbarse por la pérdida de sus mascotas, y si bien en cada caso la forma en la que exteriorizaban su duelo variaba de persona a persona, el desconsuelo permanecía inamovible, trasluciéndose fructuosamente en el lenguaje corporal de los humanos en cuestión.

Year of the cat  »KuroTsukkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora